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Me opongo a la violencia porque cuando parece hacer el bien, el bien es sólo temporal.
~Mahatma Gandhi


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  —Mi hermana ha buscado sus propios testigos durante semanas —le dijo al anciano líder— y no ha regresado con las manos vacías. ¿Por qué no nos los presentas, Alice? —El momento de los testimonios ha pasado —refunfuñó Cayó—. Dinos tu voto, Aro. El aludido alzó un dedo para acallar a su hermano y clavó los ojos en el rostro de Alice, que se adelantó un poco y presentó a los desconocidos. —Ésta es Huilen y él, su sobrino Nahuel. Me sentí como si nunca se hubiera marchado al oír su voz. Cayo entornó los ojos cuando Alice hizo mención del parentesco existente entre los recién llegados y los testigos de los Vulturis susurraron entre ellos. Todos percibían el cambio operado en el mundo de los vampiros. —Testifica, Huilen —ordenó Aro—. Di lo que debas decir. La menuda mujer contempló a Alice con algo de nerviosismo y ésta le dedicó un asentimiento para infundirle coraje. Kachiri apoyó su enorme mano sobre el hombro de la pequeña vampira. —Me llamo Huilen —anunció la mujer con una dicción clara aunque marcada por un acento extranjero. Conforme continuó, se hizo evidente que se había preparado a fondo, había practicado para contar aquella historia que fluía con el ritmo propio de una canción infantil—. Hace siglo y medio, yo vivía con mi tribu, los mapuches. Mi hermana tenía una piel blanca como la nieve de las montañas y por ese motivo mis padres la llamaron Pire. Era muy hermosa, tal vez demasiado. Un día me contó que se le había aparecido un ángel en el bosque y que acudía a visitarla por las noches. Yo la previne, por si los cardenales de todo el cuerpo no fueran suficiente aviso —Huilen sacudió la cabeza con melancolía—. Se lo advertí, era el libishomen de nuestras leyendas, pero ella no me hizo caso. Estaba como hechizada.


«Cuando estuvo segura de que la semilla del ángel oscuro crecía en su interior, me lo dijo. No intenté desanimarla de su plan de escapar, pues sabía que nuestros padres iban a estar más que predispuestos a destruir al fruto de su vientre, y a Pire con él. La acompañé a lo más profundo del bosque, donde buscó en vano a su ángel demoníaco. La cuidé y cacé para ella cuando le fallaron las fuerzas. Pire comía la carne cruda y se bebía la sangre de las piezas. No necesité de más confirmación para saber qué clase de criatura crecía en su vientre. Yo albergaba la esperanza de salvarle la vida antes de matar al monstruo.


»Pero ella sentía verdadera adoración por su hijo. Le llamaba Nahuel en honor al gran felino de la selva. La criatura se hizo fuerte al crecer y le rompió los huesos, y aun así, ella le adoraba.


»No logré salvar a Pire. El niño se abrió paso desde el vientre para salir. Ella murió desangrada enseguida y no dejó de pedirme todo el tiempo que me hiciera cargo de Nahuel. Fue su último deseo, y accedí, aunque él me mordió mientras intentaba sacarle del cuerpo de su madre. Me alejé dando tumbos para esconderme a morir en la selva. No llegué demasiado lejos, pues el dolor era insoportable. El niño recién nacido gateó entre el sotobosque, me encontró y me esperó. Desperté cuando el dolor había cesado y me lo encontré aovillado junto a mí, dormido.

𝐑𝐨𝐣𝐨 𝐀𝐦𝐚𝐧𝐞𝐜𝐞𝐫  [ᴶᵃˢᵖᵉʳ ᴴᵃˡᵉ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora