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Albedo se despertó a la mañana siguiente, con la alarma de su reloj. Parecía que era hora de volver al trabajo.

Tomó su teléfono. Un día más, no había ningún mensaje nuevo.

"7:00, 22 de diciembre, Sábado"

- Huh... ¿Sábado?

Parecía que Albedo se había quedado durmiendo todo el viernes, y no había desactivado la alarma para despertarse en los días de trabajo, por lo que decidió apagarla y regresar a dormir.

Había estado teniendo un sueño muy extraño, pero muy placentero a la vez. Estaba corriendo en un campo de Cecilias. Paseando y bailando. Simplemente disfrutando del maravilloso ambiente. Alguien me tomaba de la mano todo el tiempo. El tacto de su mano era reconfortante y agradable. Hacía que Albedo se sintiera seguro. Pero el rubio no era capaz de reconocer a la figura que le tomaba de la mano. Era como si no tuviera un rostro definido, como si fuera simplemente una sombra.

El rubio se levantó un par de horas después de que la alarma sonara.

"9:00, 22 de diciembre, Sábado"
"Llamada perdida: Kaeya Alberich"

- ¿Kaeya...? - susurró Albedo para sí mismo.

Se estiró un poco, se lavó la cara y regresó a su habitación, para coger su teléfono. Decidió llamar a Kaeya, para avisarle que los sábados no estaba abierta la floristería. O quizás simplemente había sido un tonto error.

[ Llamando a Kaeya Alberich]
- ¡Chico de las flores! Por fin contestas - exclamó el peliazul.
- Veo que no vas a parar de llamarme así, ¿verdad?
- Todavía sigo pensando en un apodo que te quede bien. Pensé que podría ser algo relacionado con las flores, pero descarté todos los apodos que pensé. Te aseguro que buscaré otra cosa, y será el mejor apodo que nadie te ha puesto jamás.
- ...
- ¡Pero no llamaba por eso!
- Si vas a hacer otro encargo de dieciséis ramos de flores, debo decirte que la floristería está cerrada los sábados.
- ¿Encargo? No, no. Venía a contarte sobre la fiesta de anoche.
- ¿El Evento para el que necesitabas las flores? No me digas que les paso algo. ¿Alguien incendió las flores?
- ¿Qué? ¡No! ¿Por qué alguien incendiaria unas flores?
- Olvídalo, larga historia.
- Es sábado y hoy comenzaron las vacaciones de invierno, tengo tiempo.
- Resulta que nos encargaron unas flores para enviar a Inazuma para un festival. Festival Irodori me parece que se llamaba. Era un trayecto largo, así que las cubrimos de aceite protector y tratamos de enviarlas lo mejor posible. Resulta que, por lo que nos dijeron, una niña se las arregló para quemar todo. Las flores no fueron las únicas víctimas, también sufrieron arreglos varios puestos de madera e incluso algunos árboles. Pero todo pudo controlarse. Incluso nos pagaron un poco más para recompensar los daños.
- Eso suena muy divertido.
- Sí, ¡es muy divertido hasta que eres tú el que tiene que crear cien ramos de flores de todos los colores y enviarlas a otro país!
- No sabía que eras tan serio.
- Y yo no sabía que fueras tan irresponsable.
- ¡Te dije que no tomaras esa idea de mí!
- Era una broma, Kaeya. No tienes por qué preocuparte. Pero bueno, continúa con lo que estabas diciendo.
- Oh, casi lo olvido. Fue brutal, Albedo. Por alguna razón Childe, uno de mis mejores amigos, inundó uno de los baños de la escuela. Fue genial ver la reacción de los profesores ante el descubrimiento. Mintieron y dijeron que era una fuga. Era tarde y probablemente estaban cansados de soportar a tantos idiotas. Al final nos mandaron a casa a todos. Eso si, a todo el mundo le gustaron tus flores.
- Iba a decir que me alegro de que les gustaran mis flores, pero tengo demasiadas preguntas al respecto.
- Todos las tenemos, Albedo. Childe es incontrolable. Debería decir que yo también lo soy, pero quizás eso sustentaría tu teoría de que soy un irresponsable. ¡Y eso no es cierto!
- Ajá, lo que digas.
- ¡No seas malo, chico de las flores!
- Más te vale que el apodo que me pongas sea bueno, no he aguantado todo este tiempo como "chico de las flores" para nada.
- ¡Pues claro que valdrá la pena! Tienes que confiar más en mi
- Está bien, lo haré por ahora. No me decepciones.

Hubo una pequeña pausa y Albedo habló de nuevo.

- ¿Por qué me llamaste a mí para contarme todo esto?
- ¿Te molestó? Puedo dejar de hacerlo, si quieres. No sé, simplemente pensé que estaría bien contárselo a alguien que no hubiera estado ahí. Ya sabes. No conozco mucha gente fuera de la escuela y, quizás me equivoque, pero pareces un gran oyente.
- Me halaga que pienses eso - se rio Albedo - Y no, Kaeya, no me molesta en lo absoluto que me hayas llamado. Me gusta tu voz, es relajante.
- Gracias. Es bueno tener a alguien imparcial. Mis amigos suelen decir que me la paso gritando todo el tiempo, y que mi voz se estropeó por ello.
- Yo no noto tu voz estropeada.
- ¡No lo está! Solo son mentiras suyas. Si algún día los conoces, no te creas ni una palabra de lo que dicen sobre mí.
- Lo tendré en cuenta - habló Albedo.
- Tienes la voz medio ronca... Oh no, ¿te he despertado?
- No, Kaeya, no lo has hecho. Ayer salí antes del trabajo y parece que me dejé el móvil en silencio durante toda la noche. Me desperté yo solito.
- Ooh, estoy muy orgulloso de ti Albedo.

Ambos de echaron a reír de nuevo. Albedo todavía no entendía del todo por qué Kaeya le había llamado específicamente a él. De todos modos, se sentía bien.
Albedo se preguntaba también si al hablar con Bennett, Fischl y Amber se sentiría igual de bien. Quizás debería de hablar más con la gente, y no mentirle a su madre sobre qué él se comunicaba todos los días con Bennett, y que también hablaba con Fischl y Amber de vez en cuando.

Puede que solo hubiera perdido la práctica, hasta el punto de olvidarse de cómo se sentía una conversación amistosa.

❀ ꜱᴛᴀʀʟɪɢʜᴛ ❀ [Kaebedo - Florist AU] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora