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La fiesta fue bien. Todos se divertían, y Albedo cada vez se sentía mas cómodo allí.

Thoma, Venti y Diluc habían sido muy amables con el rubio, a pesar de que no lo conocían de nada, y este se sentía muy agradecido por ello.
En cuanto a Kaeya, él también se estaba portando excelente con Albedo. La única diferencia, era que Albedo sentía que conocía a Kaeya. Por mucho que no supiera nada de su pasado, ni de su vida actual, casi lo consideraba un amigo.

- La tormenta va a más - dijo Diluc, mientras miraba por la ventana - Incluso puede que nieve.

- ¿Nevar ahora? Tengo que coger un vuelo mañana, no me creo que se vaya a nevar ahora - se quejó Childe.

Albedo miró también por la ventana. Las nubes eran oscuras, la lluvia era intensa y un aire frío entraba por las rendijas de los ventanales.

Estaban en los últimos días de noviembre, y el invierno ya había llegado a Mondstadt.
El invierno era la época del año favorita de Albedo.
El rubio tenía aproximadamente unas 30 bufandas diferentes en su armario, y le encantaba usarlas.

Pasaron un par de horas y, visto que los jóvenes no podían salir de la casa, Adelinde, la criada jefa de los Ragnvindr, les ofreció la cena.

Los seis jóvenes comieron, mientras continuaban charlando y riendo.

Cuando terminaron, Adelinde se volvió a acercar a la mesa.

- Chicos, parece que no van a poder salir esta noche. Tendrán que irse mañana por la mañana.

- Gracias, Adelinde - respondió Diluc.

- Mi vuelo sale mañana a las diez, ni siquiera hice las maletas.

- ¿Por qué no las has hecho antes? - preguntó Venti

- ¡Porque no pensaba quedarme atrapado en la casa de Diluc hasta mañana!

- Llegarás a tiempo, Childe, no te preocupes - le intento tranquilizar Thoma.

Childe respiró hondo y trató de no pensar en ello.

- Veamos una película - propuso Venti.
- ¿Qué película queréis ver?

Todos se quedaron en silencio. Ninguno sabía que decir, excepto Albedo. El rubio quería proponer algunas de sus películas favoritas, pero no sabía si a los demás les gustarían las películas de suspense o terror, y no quería arruinar la noche.

La nieve estaba comenzando a caer. Otra de las cosas que el rubio amaba era ver como la nieve o la lluvia caía desde la comodidad de su cama. Ahora se sentía distinto. Tenía a gente alrededor actuando de manera cálida y amable. Aunque no lo pareciera, a Albedo, le producía una sensación completamente diferente el estar solo contemplando la nieve a estar con gente mientras la veía caer.

Los seis se quedaron observando la nieve durante un buen tiempo, hasta que finalmente Kaeya habló.

- Está bien, está bien, yo elegiré la película.

- ¿Y por qué no la elegimos nosotros? - se quejó Venti

- Porque mi cumpleaños es dentro de dos días, y hay que complacer los deseos del cumpleañero.

- Buen argumento - mencionó Thoma.

Finalmente Kaeya terminó poniendo Saw. A Albedo le gustó la idea, pues era una de sus sagas favoritas y una de sus propuestas para la noche.

Los jóvenes se acomodaron en el sofá del salón y comenzaron a ver las películas.

Después de unas horas, el sueño comenzó a invadirles y decidieron subir al piso de arriba, donde se encontraban los dormitorios, dispuestos a descansar.

- Hay una habitación de dos y otra de tres camas, podéis organizaros como queráis, yo me voy a dormir - dijo Diluc - Nos vemos mañana.

- Buenas noches - se despidieron del pelirrojo.

Los demás se quedaron un rato en el pasillo, hasta que finalmente Kaeya propuso quedarse con la habitación de dos camas junto a Albedo, para que el chico no tuviera que dormir con gente que no conocía.

Albedo aceptó la invitación. Realmente era mejor dormir junto a Kaeya que junto a un completo extraño.
Era verdad que los amigos del peliazul le habían caído bien, pero tampoco se sentía con tanta seguridad o confianza junto a ellos.

La habitación era bonita. Tanto las paredes como el suelo estaban hechos de madera, y una bonita alfombra carmesí cubría la habitación. Frente a la puerta, junto a la pared, había dos camas individuales, del mismo color que la alfombra. Albedo pensaba que tenía un aire de realeza. En realidad, todo el viñedo parecía una verdadera residencia real.

Kaeya escogió la cama de la izquierda, según él dormir en el lado izquierdo de una habitación le ayudaba a descansar mejor. Albedo pensaba que realmente era solo una excusa, y que el chico estaba ya acostumbrado a dormir en ese lado. De todas formas, al rubio no le molestó, pues su cama estaba en el lado derecho de su habitación, y también estaba acostumbrado a dormir en aquella posición.

Ambos chicos se tumbaron en sus respectivas camas, pusieron sus teléfonos a cargar y cerraron los ojos, dispuestos a descansar.

- Buenos noches, Starlight - dijo Kaeya, mirando directamente a los brillantes y somnolientos ojos de Albedo.

- Buenas noches, Kaeya.

El rubio había visto a Kaeya unas cuatro o cinco veces y, aún así, se sentía seguro junto a él. Sentía que Kaeya era alguien en quién se podía confiar. Finalmente, un verdadero amigo.

Albedo fue cerrando lentamente los ojos, despejando la mente. En su mente aparecieron todos los recuerdos bonitos que habían creado aquella tarde. Hacía años que Albedo no disfrutaba tanto con gente que no conocía. Sentía algo de nostalgia. Recordó como conoció a Bennett y Fischl. Al igual que Kaeya, fue simplemente una coincidencia.

Poco a poco, ambos chicos quedaron dormidos. Sintiéndose, por alguna extraña razón, queridos.

❀ ꜱᴛᴀʀʟɪɢʜᴛ ❀ [Kaebedo - Florist AU] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora