CAPÍTULO III

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Una vez John regresó a su hogar, no dudó en decirle a su madre que se marcharía de Londres si le volvía arreglar una visita a cualquier integrante de la familia Crane

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Una vez John regresó a su hogar, no dudó en decirle a su madre que se marcharía de Londres si le volvía arreglar una visita a cualquier integrante de la familia Crane. Además, le recalcó la insensatez de lo que implicaba relacionarse con aquella familia, ya que estos no habían disfrutado de una buena reputación los últimos meses —por culpa de su hija—, y de su vago intento de seducir a un sirviente y, peor aún, que su plan quedara a la vista del resto de la ciudad ¿Qué había estado pensando su madre? Se preguntó John cuando ella le informó que esa tarde él debía ir a visitar a los Crane por alguna deuda que se debía cobrar y que de paso invitara a la señorita a un paseo, al cual no se pudo negar ya que su madre ya había dado indicios a la señora Crane que él iría a eso.

Por si no fuera poco tener que tomar las responsabilidades de un hogar, tenía que cargar con las deudas sin cobrar que su padre había dejado tras su muerte. Responsabilidad que ahora él cumplía, por lo que ya llevaba siete años relacionándose con los conocidos de su padre y realizando nuevas amistades. Nunca había mantenido una cercana relación con su progenitor, por eso mismo nunca había aprendido correctamente cómo funcionaba todo eso que conllevaba ser heredero de tierras y caballero urbano. Él hubiera querido al menos tener la oportunidad de ir a la universidad ¿Qué hubiera estudiado? Bueno, algo en lo que hubiera sido bueno a los diecinueve años, pero un mes después de su cumpleaños, el luto llegó a Petersfield.

—¿Por qué no avanzamos? —escuchó decir a su madre, quien observaba el exterior del carruaje.

Él estaba por asomarse, cuando el cochero apareció en la puerta y se aclaraba la garganta antes de decir:

—Están avanzando con lentitud, milord —informó—. Me temo que tendremos que esperar unos minutos antes de llegar al frente de la mansión, los condes han invitado a demasiada gente esta noche.

—No es una sorpresa —murmuró su madre—. Tendremos que esperar hasta llegar a la casa.

—Debimos salir antes de casa —bufó John a su madre luego de despedirse del cochero del carruaje—. Así no estaríamos atascados en una fila de carruajes.

—Para nada, hijo, es mejor estar aquí —sonrió su madre—. Dentro de esa casa y con todas las familias que no han arribado, tendríamos que esperar por ellos antes de que pudieras bailar con alguna señorita.

—¡Dios me dé las fuerzas para soportar la noche! —susurró él, con pesadez.

—Espero poder conversar en más de una ocasión con lady Emily esta noche —habló su madre haciendo caso omiso de las plegarias de su hijo—. Estoy segura de que querrá hablar con alguien acerca de sus hijos, los cuales aún están solteros o quejarse de lo quisquillosos que son los caballeros a la hora de buscar a una señorita.

—Esos son sus problemas, dudo que la condesa quiera hablar de esas cosas con usted, madre —se burló John, a la vez que agregaba—: Además, ¿por qué se quejaría de sus hijos solteros? Estoy seguro de que tanto señoritas como caballeros desean llamar la atención de alguno de los Middleton.

Al Hombre Que Amo [#1]✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora