Al Hombre Que Amo [#1]✔️

CAPÍTULO XXVIII

✅Capítulo editado✅

—Milord, la próxima semana llegará a Petersfield su ayuda de cámara.

John sorprendido por aquello, levantó la mirada de sus cuentas y observó a su mayordomo servirle una copa de whisky.

—¿Qué? —preguntó John—: ¿Un ayuda de cámara?

—Por supuesto, milord —respondió Freddie—. Soy su mayordomo señor, por lo que ahora que ha tomado una decisión sobre una futura esposa, ya no le puedo servir como mayordomo y ayuda de cámara.

—Eso lo sé, Freddie —suspiró John mientras juqueteaba con su bebida—: Solo que aún no me hago a la idea de que he aceptado buscar esposa. Mi madre estará contenta contigo por convencerme tan rápido sobre el matrimonio.

—¿Por qué cree que su madre le dejó marcharse tan libremente de Londres? —comentó, astutamente su mayordomo, robándole una sonrisa—. Su madre me ordenó mostrarle las verdaderas cualidades de Purbrook como una casa familiar perfecta.

—¡Santo cielo! —exclamó John a carcajadas—: Ahora entiendo el plan de mi madre al no hablar en sus cartas sobre las jóvenes en edad casadera —dijo incrédulo—. Bueno, al menos me preocuparé de ello cuando regrese en dos meses a Londres ¿Qué más tenemos que hacer hoy? Hemos recorrido el terreno y está en condiciones aceptables para las remodelaciones que hemos estipulado ayer.

—He hablado con los empleados y creen que para el próximo año la cosecha podría ser mejor que la de este año.

—Y eso se debe a que he venido personalmente —comentó John, llevándose un asentimiento de su mayordomo—. Bueno, eso quiere decir que los gastos que haremos en las propiedades se recompensarán el próximo año.

—La fortuna que poseía la familia Basset da abastos suficientes para las siguientes generaciones, milord —comentó el mayordomo—. Pero gracias a su excelente trabajo de sacar provecho de los fértiles terrenos de Petersfield, Purbrook y Kenworth, ha conseguido una considerable suma extra de riquezas.

—Es mejor así, con mi madre gastando el dinero en vestidos nuevos para sus bailes en las temporadas de Londres ya tengo suficiente —suspiró cansado—. Además, ya que he tomado la decisión de comprometerme, una esposa que ame las fiestas y el darle los mejores vestidos es como se debe hacer las cosas de ahora en adelante.

Luego de plantear nuevos detalles sobre las remodelaciones que necesitaban atenderse con urgencia, John decidió dar un paseo a pie por el terreno, pero sin alejarse demasiado de la casa. El día estaba tranquilo y la ventisca que corría era cada vez más fría con el paso de la estación. La mayoría de los empleados ya estaban resguardándose del clima, porque al menos se esperaba que durante la noche volviera a caer un aguacero.

La casa estaba rodeada por grandes árboles que ocultaban a cualquiera el hermoso y extenso jardín que pronto comenzaría a tener una agradable vista desde el interior de la casa.