Como predijo Jane, cuando llegaron de su paseo en los jardines de Vauxhall, Georgiana había estado indignada con sus propios hermanos por haberla dejado a merced del bordado y de su madre, quien no había parado de decirle que debía buscarse un esposo lo antes posible.
Aunque sus hermanas le daban algo de crédito, ya que había reprimido sus quejas hasta después de la hora de la cena y para cuando las obligó a subir a su habitación, las tres comenzaron una acalorada, pero divertida, discusión.
—Pues, entre nosotras, necesitas mejorar en tus bordados —dijo Jane, con burla al ver el bordado para una almohada en el que había estado trabajando—. Todos sabemos que necesitas trabajar con tus bordados —extendió el bordado y exclamó—: ¡Esto es horrible, Georgie!
—Al menos mis arreglos florales son más bonitos —dijo Georgiana, entre bufidos mientras le quitaba de las manos el bordado—. Ya quiero que cumplas dieciocho para que tengas que pasar lo mismo que nosotras.
—Tal vez le ruegue a mamá retrasar mi debut —murmuró Jane, quien miró con horror el bordado de su hermana y suspiró—. Creo que es mejor bordar, no podría soportar cinco años buscando marido con la ayuda de mamá.
—Pero serían cuatro años intentando encontrar alguno —dijo Margareth mirando a Georgiana en busca de ayuda.
—No haría demasiada diferencia un año más o uno menos —declaró ella. Se acercó a Jane y la abrazó—. Pero estoy segura de que, en tu caso, sería lo mejor —continuó Georgiana, sonriente—. Además, tengo entendido que, en tres años, Frederick tomará el título de conde de Pembroke.
—¡Dios me asista! —exclamó Jane, con una radiante sonrisa—. El caballero que me pida matrimonio y, a quien yo acepte, claro está, deberá tener la bendición de nuestros padres y el de Frederick.
—Yo podría seguir soltera para ese entonces —dijo Georgiana entre risas—. Frederick podría ser peor que nuestro padre, podría terminar rechazando a cualquier pretendiente, es muy protector.
Margareth se mordió el labio inferior para no sonreír, ya que sus hermanas o tal vez toda la familia, no sabía que el mayor de los Middleton era un aficionado a las novelas de romance e incluso creía fielmente acerca de lo referente al amor. Por lo que, su hermano no dejaría que sus hermanas contrajeran nupcias sin sentir una pizca de amor hacia el caballero en cuestión.
Desde hace dos años, que ella comenzó a ver a su hermano mayor con claridad, le sorprendió darse cuenta de que Frederick mantuviera sus intereses alejados de sus curiosos hermanos, los cuales no dudarían en burlarse, pero que, al final, lo admirarían por su forma de mantener la calma y lo inteligente que podría llegar a ser a la hora de dar consejos.
—Lo dudo —dijo Margareth a sus hermanas.
—¿Por qué? —preguntó Georgiana, frunciendo el ceño—: ¿Por qué crees eso?
ESTÁS LEYENDO
Al Hombre Que Amo [#1]✔️
أدب تاريخيEn una Inglaterra del año 1839, una joven hermosa y tímida, hija de los condes de Pembroke, era conocida por pocas personas ya que mantenía un bajo perfil y, es por ello que él jamás había recaído en su presencia. Esta es una historia de un amor pre...