CAPÍTULO XXXIV

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Capítulo editado

Esa mañana, Londres prometía ser tan monótona como los días anteriores y, aquello era por lo que Margareth se había tardado en bajar y reunirse con el resto de su familia

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Esa mañana, Londres prometía ser tan monótona como los días anteriores y, aquello era por lo que Margareth se había tardado en bajar y reunirse con el resto de su familia.

Como el invierno ya había llegado, sus hermanos menores, Phillip y Michael, llegaban de Eton para pasar las vacaciones y ellos eran la verdadera razón por la cual menos ánimos tenía de bajar temprano. Si bien, su madre estaba emocionada de tener a todos sus hijos en casa —con excepción de Edmund, quien seguía de viaje—, eran Georgiana y Jane las más emocionadas.

Margareth ingresó en el saloncito, donde las risas de sus hermanas resonaban incluso desde el pasillo. Besó a su madre en la mejilla antes de tomar asiento en el piano y buscar una partitura en específico, una que había estado practicando últimamente y que anhelaba aprender con entusiasmo.

—¿Hoy vendrá tu pretendiente, Margareth?

La joven al oír a Georgiana, levantó la mirada de las partituras para responder.

—No lo sé —respondió—: No le pregunté si planeaba hacerlo todos los días.

—¿Debería? —preguntó Jane a su madre—: Me refiero a si Margareth debió preguntarle al caballero sobre otra posible visita.

Lady Emily asintió.

—Aquello te lo enseñará tu institutriz a su debido tiempo, Jane —habló mientras le ofrecía un bordado—. Pero insinuarle al caballero si planea realizar una próxima visita, es una forma de demostrar el interés que se le tiene y lo que nos lleva al tema importante de esas visitas, sobre que sería un matrimonio rentable con el caballero.

—Ese es el protocolo que debe seguir una joven soltera —dijo Georgiana a su hermana menor.

—¿Y si deseas rechazarlo? —preguntó Jane—. Dudo que se debe ser sincera y directa con eso.

—¡Ni en miles de años, Jane! —exclamó horrorizada la condesa—. Eso sería una falta de respeto hacia el caballero, pero le puedes rechazar de manera educada una vez que pida tu mano, antes de eso no deberías hacerlo.

—¿Por qué no?

—Porque debes estar segura de que el caballero pasa el tiempo contigo mientras que busca pretenderte y, tal vez, pedirte matrimonio —respondió su madre.

Margareth, sin ganas de hablar sobre el joven que la había estado visitando y mostrando sus intenciones de querer pretenderla, decidió tocar el piano una vez encontró la partitura.

Al oír los primeros acordes, la condesa dejó su bordado de lado para caminar hacia su hija mayor y tomar asiento a su lado. Georgiana tomó su bordado para tomar asiento cerca de la ventana y de su hermana, mientras que Jane, tomaba asiento al otro lado de Margareth.

Estaba por terminar la partitura cuando la puerta del saloncito se abrió y, jadeando, lord Basset se detuvo frente a las tres señoritas Middleton y lady Middleton; por lo que las cuatro mujeres le observaban con sorpresa al verlo de pie ante ellas.

Al Hombre Que Amo [#1]✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora