EN EDICIÓN.
JungKook lleva más de cuatro años coleccionando razones para detestar a Kim TaeHyung, el Alfa perdedor de la casa de al lado. Y que sus padres estén empeñados en pasar todo el jodido tiempo con los Kim, no es que le haga muy feliz. TaeH...
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La familia Jeon es una familia ejemplar. Una famosa productora de Alfas médicos que, mejor dicho, tiene cundido el hospital central de Busan. Jeon MyeongSang no es el primer hombre estricto que vas a encontrar de esa misma sangre, que proviene del mismo árbol genealógico; en Busan los Alfas Jeon son de esos con historial indiscutible. Por lo que se supone que era lógico, que según su educación, MyeongSang no se debía casar con cualquiera, incluso aunque ese cualquiera fuera su alma gemela. El cumplimiento de ciertos requisitos era indispensable, y entre todos ellos, uno en particular era el predominante. Que fuera un Omega.
Así que definitivamente se sintió como un valde de agua helada, cuando conoció a cierta muchacha en la universidad.
Clase electiva de Bio-Ética, ocho de la mañana, un salón magistral repleto de estudiantes de diferentes carreras de la ciencia. Recuerda que llegó tarde, y que sus amigos lo dejaron tirado porque, obviamente, prefirieron tomar otra electiva. Él fue el único estúpido al que no le quedó de otra; lo que fue quizá la mejor o peor suerte de su vida. En octavo semestre de medicina, con tantas cosas en la cabeza, un estudiante en sus ciclos finales de rotación clínica para lo que menos tiene tiempo es para pensar en los dueños de los asientos de una maldita clase de relleno.
¿Entonces por qué mierda tuvo que terminar sentado en medio de un grupito de estudiantes de primer semestre de Bioquímica? Y lo recuerda claro como el agua, como si hubiera sido ayer, cuando Lee SoMin se le plantó en su cara y le dijo que se sentó en su silla. A partir de ahí, su vida meticulosamente planeada, fue de todo, menos meticulosa o planeada.
Pero esa es otra historia.
—Bebé.
—¿Sí? —dos conejitos casi que levantaron las orejas, los mellizos miraron a su madre al escuchar el apodo.
—Le hablo a tu hermana.
—Ah.
—¿Te gustó el menú vegetariano que puse para ti hoy, Hyo?
—¡De eso te iba a hablar!
Fue en la madrugada de un primero de septiembre que nacieron un par de mellizos; quienes se encargaron de reiniciar la vida de dos personas que ya tenían todo planeado. Las dos inmensas razones por las que, por primera vez, un médico Jeon no trabaja en el hospital central de Busan; y una Alfa realizada dejó todo su orgullo atrás. Hoy por hoy, los Jeon son muy tradicionales. No se sabe por qué exactamente, ya sea por el trauma o la presión, aunque no estén conformados por los rangos que lo tradicional demanda, siguen empeñados en seguir esas normas sociales.
Y es posible la creencia de que JiHyo y JungKook de una u otra forma tendrán, o deberán, de alcanzar lo que sus padres nunca pudieron. Pues ni SoMin ni MyeongSang soportará ver a sus mellizos en una situación complicada. No tienen la fuerza, el corazón, ni mucho menos la paciencia.
—No es por ser grosera pero... —JiHyo miró a sus padres con la cejas alzadas, después de un rato—. ¿No que tenían que decirnos algo?
