Estados Unidos
/Nueva York/
Para unos sentir miedo es bueno, dicen que el sentir miedo te protege de cometer alguna locura, que te advierte y te aleja del peligro. Para mí, sentir miedo es bueno porque ahí donde se presenta ese sentimiento sabes que debes de darle la cara y pelear con él para que no te derrumbe. Enfrentar tus miedos, hacerles frente, es mejor que dejarlos que crezcan y que te hagan flaquear en el futuro.
Temo que ahora que Carlos sabe sobre mi problema decida suspenderme o apresurar mi decisión de irme a otro país. Así que aquí estoy, frente a su puerta tocando, enfrentandome al miedo que siento al pensar que me puede hacer abandonar estas paredes de las cuales han sido testigos de toda mi vida.
—Adelante— escucho la voz grave de Carlos. Abro la puerta y lo veo de espaldas a mí mirando la ciudad desde el ventanal.—¿En qué estabas pensando?— fue lo primero que dijo cuando cerré la puerta.—No, mejor dicho; no estabas pensando.
—Carlos...— me interrumpe, girando y poniendo sus ojos zafiros en mí.—¿Por qué no dijiste nada?
—Quería arreglarlo yo. No quería que se enterara nadie— decido decir la verdad, no tengo otra alternativa.
—Evidentemente esto se te salió de las manos— su mirada y su tono era duro.
—¿Quién te busca?— se acerca y queda a pocos metros de mí. Su mirada es acusadora, sé que me juzga.—Liam Trembley — solté en un suspiro de derrota.
Los dos nos sumergimos en un silencio aterrador. Él porque estaba procesado el nombre que le había dado de la persona responsable de todos los problemas de los que estaba rodeada. Por otro lado yo estaba temiendo lo que ya me esperaba, que me aislara o sugiriera la traslación. Obviamente yo escogería la segunda opción.
—¿Desde cuando?— sus ojo se posaron en mí y pude distinguir un destello de preocupación.
—Desde el accidente automovilístico— contesté bajo, sintiéndome pequeña por la situación.
—Lamentablemente no puedo sacarte de la misión de Francia— habla.
Me quita un peso de encima, dándome una luz de ilusión al darme entender que no hará nada contra mí para que deje de trabajar, por ahora.
—Sin embargo— sus palabras llaman mi atención y la sonrisa que se había formado en mi rostro fue desapareciendo poco a poco.—Después de que regreses te aislaremos...
—No...— logro decir, con un nudo en la garganta y unas ganas inmensas de llorar por la impotencia y la ira.—¡No puedes hacer eso!— alzo la voz.
Esa maldita palabra de nuevo. Por supuesto que no me iban a someter al aislamiento como si yo fuera la mayor y peor peste del mundo. El peor castigo de la humanidad. No, eso no lo iba a permitir aunque me costara la vida impedirlo.
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Hermoso Caos (#1. Bilogía Atracciones Peligrosas) (Editando)
ActionÉl, es el feroz fuego que devora y extingue todo a su paso. Ella, la poderosa tormenta que arrasa con todo y todos sin ningún remordimiento. Los dos, son un caos. Un hermoso Caos.