"Aquel Día"

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La mañana en que lo conocí corría por los pasillos de la que era mi nueva escuela, tenía catorce años y era molestado por todos por ser un niño rico, me estaba quedando ya sin aliento cuando por mirar hacia atras choque contra alguien, no más grande que yo, pero con una expresión mucho más dura que la mía, hasta el punto en que pensé que también me golpearia.

—¿Qué te sucede? —cuestionó mirándome con el ceño fruncido, hasta que segundos después de mi, los cuatro chicos que me perseguían también llegaron—. ¿Lo están molestando? —cuestionó ahora mirándolos.

No supe porqué, pero aquellos chicos negaron aquella acusación y se marcharon rápidamente, mientras yo seguía en el piso tirado.

—¿Te golpearon? —escuché de la persona parada frente a mi y cuando levante la mirada me encontre con su mano extendida, ofreciéndome ayuda.

—No, no llegaron a hacerlo —respondí aceptando la mano que me ofreció—. Gracias.

—Soy Bright —se presentó y juro que pude ver un intento de sonrisa amable formarse en sus labios.

—Metawin... di... digo solo Win —sonreí.

—¿Cuántos años tienes?

Catorce.

—Eres un año menor que yo, por eso no te había visto antes —mencionó—. Estas en el piso de abajo, ¿cierto?

—Si, pero soy nuevo también —respondí mirándolo.

Oh ya veo —asintió—. Vamos, te acompaño a tu clase.

—No... no es necesario.

—No te preocupes, vamos —repitió apoyando su mano en mi espalda.

Caminamos de esa forma a mi salón, entro conmigo hasta mi asiento y cuando vio a los chicos que me habían perseguído antes se acercó a ellos, no pude escuchar lo que les dijo, pero ellos no volvieron a mirarme, nunca más.

—Almorzemos juntos —gritó desde la puerta y luego solo se fue.

Mi rostro comenzó a arder luego de escucharlo, ya que todos allí comenzaron a mirarme también, además nunca nadie me había tratado de esa forma tampoco, mucho menos un chico, no estaba acostumbrado a ello, llegué a avergonzarme por lo tímido que me hizo sentir.
Y fue aún peor después, ya que cuando mi clase terminó el realmente estaba allí afuera, esperándome, rodeo con su brazo mi cuello y me llevó con el, aquella mañana fue la mejor de todas desde que había entrado en ese instituto. Ese chico aunque creo haberlo visto sonreír solo una vez durante las horas que estuvimos justos, se había comportado realmente protector conmigo, cuidadoso y atento, como nadie nunca antes, como si nos conocieramos de toda la vida y no era así, entonces entendí eso que decían de sentir mariposas en el estómago de emoción, porque yo sentia aquellas estúpidas mariposas en el estómago cuando lo miraba, cuando el me miraba, cuando estaba cerca de mi, todo, absolutamente todo hacia que aquellas mariposas revuelvan mi estómago. Sintiéndolo cada vez más fuerte, ya que las horas entre clases que teníamos libres el estaba fuera de mi salón esperando por mi, cada vez.
Cuando el horario escolar terminó, salimos juntos, y nos despedimos en la entrada del edificio, pero yo me quedé observándolo caminar hasta que doblo la esquina, aún sintiendo mi estómago revuelto de emoción, porque no podía creer haber estado con el todo ese tiempo y puedo jurar que justo en ese momento supe realmente que me gustaban los chicos, que me gustaba ese chico al menos, pero al otro día cuando volví el no estaba, ni al otro, ni al otro, entonces me anime a preguntarle a unos de sus compañeros y me dijo que se había cambiado de colegio.
Y aunque eso me decepcionó, quizas hasta me dolió un poco, de todas formas estaba seguro que aquel día había conocido a mi primer amor.

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