Dos días pasaron desde la última vez que había hablado con Win, y el único consuelo que tenía era ver como rechazaba a cada hombre que se cercaba a él.
—A ver —escuche la voz de Tay detrás de mi—. Lo volviste a ver el sábado, discutiste con el domingo, se supone que no trabajas lunes y martes, pero estas aquí otra vez —mencionó apoyando su mano en mi hombro—. ¿Por qué será?
—No puedes solo estar feliz de que haya venido a trabajar —respondí mirándolo.
—No, no si tengo que pagarte horas extras.
—No te preocupes —reí—. Lo hago por nuestra amistad.
—Claro, porque eres tan dulce —se burló—, pero ahora haré que te creo e iré a recibir a mis invitados —afirmó sonriendo—. Así que sigue torturandote cobarde —agregó y se marchó.
"Cobarde"
Me había estado repitiendo esa palabra en mi cabeza cada milésima de segundo, sin conseguir el valor que creía que podía darme, pero sabía también que el hecho de verlo solo me daba el alivio que no necesitaba en ese momento.
Aunque eso cambió esa misma noche, por culpa de uno de los estúpidos invitados de Tay, uno que chocó con Win y tiro su trago, compensandolo con uno nuevo, uno que se volvió una escusa para hablar con el, hablar por horas ignorando incluso a las personas que habían venido acompañándolo, mientras yo deseaba que un meteorito caiga sobre el cada vez que veía las sonrisas sinceras que Win le dedicaba.
—Sabes —pronuncio New parado a mi lado, mientras limpiaba una copa—. Con Tay solíamos apostar con cuántos tragos lograrias llevarte a la cama a tus conquistas de la noche.
—¿Y?
—Yo siempre ganaba —sonrió.
—Me alegra saber que al menos ganabas dinero gracias a mi.
—Si, y lo sigo ganando.
—¿Por qué?
—Porque aposté con Tay que no volverías a acercarte a ese chico lindo, y gane otra vez —afirmó sonriendo, ganándose de mi parte la mirada con más odio que podía dedicarle—. Te diste cuenta al menos, que tu mirada, y tu carácter horrible no me espantan ni un poco, ¿cierto?
Y si lo había notado, no sabía porque, pero New era el único que me molestaba, y sin importar lo mal que lo mirara o cómo le hablara el seguía haciéndolo, realmente no me tenía ni una pisca de miedo.
—Solo callate, y haz lo que tienes que hacer —respondí, luego continue con lo mío, ignorandolo, y lo mio, por supuesto era observar a Win.
Las horas después siguieron pasando, eternas tambien, hasta que las tres de la mañana me dieron por fin un alivio.
—Sonríes —dijo New al notar mi evidente felicidad cuando ese idiota se marcho junto a su gente, sin Win por supuesto—. Y quiero borrarte esa sonrisa así que te lo dire.
—¿Qué? —cuestione ahora mirándolo.
—Volverá mañana, esta recibiendo extrajeros y el bar será el lugar de relax que les ofrecerá por días —respondió con evidente alegría—. ¿Quieres que te diga algo más? —sonrió.
—Déjalo en paz New —le advirtió Tay acercándose a nosotros.
—¡Solo déjalo! —exclame mirando a mi amigo—. Habla —le exigí ahora a su novio.
—Ese hombre, si se acerco a Win por cuenta propia es porque de verdad le interesa —afirmó—. Créeme.
—New —pronunció Tay con tono de advertencia.
—¿Miento? —cuestionó el mirando a su novio.
—¿Tay? —pronuncie buscando una respuesta de este.
—Tiene razón —afirmó mi amigo mirándome a los ojos—. Luke es uno de los tipos más serios que conozco, y la atención que le puso a Win es demasiada, para no ser nada.
—¡Dile lo otro! —le ordenó New a su novio, con una evidente emoción en el rostro nuevamente—. ¡Vamos!
—¿Por qué parece que disfrutas torturarlo? —le preguntó este.
—Solo habla Tay —dije, y un gran suspiro escapó de él.
—Mañana quedaron en verse de nuevo.
Y aquello si fue como si un balde de agua helada cayera sobre mí, congelando mi cuerpo mientras veía la dulce sonrisa de Win desde lejos, una sonrisa que me torturaba como nada nunca antes, pero tenía siquiera el derecho de sentirme así.
—Bien por el.