Sus palabras fueron como cuchillos afilados hacia mi pecho, hundiéndose en el, provocándome un dolor que pensé que nunca volvería a sentir. Entonces mi mano soltó la suya y el se fue, pero no podía, yo no quería que las cosas fueran de esa forma, así que salí de detrás de la barra y lo seguí, antes de que llegara a su mesa lo sujete del brazo, arrastrandolo conmigo hacia atrás del escenario.
—¿Que demonios quieres? —gritó soltandose de mi agarre otra vez.
—Yo... no... —titubeé.
—¡Solo déjame en paz! —dijo aún más molesto—. Entre nosotros no existe nada, de hecho nunca existió nada —afirmó—. Así que solo busca a alguien más con quién follar y sigue con tu vida, yo haré lo mismo.
—Tú... no... no puedes —respondí, ignorando lo que había escuchado—. No puedes hacer lo mismo que yo solo para vengarte.
—¡Claro que no! —exclamó con una sonrisa amarga—, pero no puedo hacerlo, porque no soy como tú —aseguró mirándome a los ojos—. Ya que a diferencia de ti, yo si tengo el valor de intentarlo, si me acuesto con alguien es porque quiero hacerlo, porque sinceramente quiero hacerlo, no como tú y tus malditos juegos —afirmó molesto—. Y si me ves saliendo de aquí con alguien es porque no me oculto trás lo jodido que estoy para negarme la aportunidad de sentir, si me ves saliendo de aquí con alguien es porque se que vale la pena y lo quiero intentar, seriamente... así que no Bright, no me acostaré con nadie para vengarme de ti, y si lo hiciera, sería porque realmente quiero hacerlo, porque así me demostraría a mi mismo nuevamente que eres un cobarde, por quién no valió la pena sufrir ni por un minuto.
—Yo lo... lo siento.
—No, yo lo siento por ti —expresó y sonrió—. Siento que seas tan miserable —afirmó—. Siento que no tengas ni el más mínimo de valor para sanar esas heridas que tanto te lastiman, siento que solo las hagas más profundas por tu cobardía, siento que tengas que usar como escusa lo jodido que estás para poder vivir tranquilo, siento que ese sea tu consuelo, pero no es mi culpa, y tampoco me compadecere de ti por eso, eres un idiota, un maldito cobarde que no vale la pena, así que aléjate de mi de una vez por todas, porque yo si quiero sanar las heridas que tú me provocaste, y lo intentaré, créeme.
No pude pronunciar ni una sola palabra después de escucharlo, y lo dejé ir, porque el tenía razón, fui un cobarde en aquel entonces, lo seguía siendo de hecho.
Por eso volví a la barra, y continúe haciendo mi trabajo, aunque todavía con la mirada fija en Win, torturandome a mi mismo, viendo a hombres acercarse a él, contando las veces que el les sonreía, sintiendo un poco de alivio después de ver también como el terminaba ignorandolos, aunque sabía que sería así, ya que el tenía razón en otra de las cosas que me había dicho.
—Tú no eres igual a mi.
—¡Y recién ahora te das cuenta! —exclamó New, quién al parecer había escuchado lo que estaba pensando, algo que creí que no decía—. Si cuatro años después vuelve al mismo lugar, y no te mata ni bien te apareces frente a él, es obvio que no se parece en nada a ti —agregó mirándome como si fuera un niño, mientras yo ideaba un plan para matar a Tay por haberle contado todo—. ¡Qué estúpido eres enserio! —concluyó.
—Agradece que tu novio sea el nuevo dueño de este lugar, sino ya estarías muerto.
—¿Tanto te duele? —cuestionó ahora sonriendo, ya que todos sabían que no me importaba pelearme con nadie, ni siquiera con mi mejor amigo cuando estaba de mal humor—. Te importa, y por eso duele —afirmó y mi silencio le dio la respuesta, mi silencio mi había dado las respuestas muchas veces antes— ¡Enserio que estúpido eres!