*Málaga, octubre de 2014

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Exámenes. No llevamos nada de curso y ya están aquí. Ya poco queda de los años en los que con solo repasar unos pocos días antes estaba todo más que aprobado.

Aunque no me puedo quejar. De todos los que llevamos hechos, en ninguno he suspendido; al contrario, he sacado unas notas bastante buenas.

He conocido a un montón de gente nueva. A algunos los conocía de vista de mi antiguo colegio, otros han llegado de diferentes centros.

La mayoría son simpáticos. A la única que no trago es a Vanesa, la típica creída que tiene que ser el centro de atención. A ella y a su súper amiga Laura. No puedo con ellas.

En general las clases van bastante bien, aunque si me tengo que quedar con una, sería con Historia del Arte. No sé si, porque me encanta escuchar a la señorita Lourdes, que es una fenómena explicando, o porque es la única clase en la que coincido con Álvaro.

Álvaro es un chico al que no conocía, pero nos hemos hecho buenos amigos. Es moreno, alto; los ojos verdes más bonitos que he visto en mi vida y un cuerpo bastante formado para la edad que tiene: 16, igual que yo. Es muy parecido a mí en cuanto a personalidad. Alegre, risueño, divertido y mil adjetivos más que me serían imposibles de nombrar.

Las chicas ya han empezado con sus tonterías, que si a él le gusto, que si a mí se me ilumina la cara cada vez que lo veo… ¡Puff! ¡Qué les gusta hacer de celestinas! ¡Si solo es un amigo!

 

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Hoy celebramos Halloween y en el Seven han organizado una fiesta temática. Todavía no tengo muy claro de qué ir disfrazada, pero tiene que ser fabuloso, ya que todo el mundo estará allí. Y cuando digo todo el mundo, es TODO.

He invitado a Álvaro a que venga con nosotros. Las chicas me convencieron para que lo llamara. Yo no quería resultar pesada, aunque en el fondo también tenía ganas de que viniera. Total, es un amigo, y a los amigos se les invita a fiestas. ¿Qué tiene de malo?

Al final me he decantado por Morticia. Como soy morena, me he puesto unos mechones blancos y el pelo ha quedado bastante bien.

El vestido se lo he cogido prestado a mamá; lo tenía guardado desde hace años y es una pena, porque queda monísimo. He de reconocer que me hace un tipo estupendo.

Hemos quedado a las 22:30 en la puerta del Seven. Tengo que darme prisa con el maquillaje si no quiero llegar tarde.

Como siempre, Irene es la última en llegar; esta vez porque ha discutido con Hugo. Ella quería que se disfrazara de Drácula y él se ha disfrazado de hombre lobo. Para ella, todo un drama.

Eva está guapísima vestida de bruja. Mario no parece ni él con esas largas barbas blancas de hechicero.

Julia, que viene acompañada de Alejandro, su chico, vienen vestidos de momias con 100 kilos de papel higiénico encima. ¡Están graciosísimos!

Y Álvaro… Álvaro es el zombi más guapo que he visto en mi vida.

Creo que las chicas tenían razón. Un poquito sí que me gusta. Un poquito, bastante.

Está siendo una noche fantástica. No hemos parado de bailar, reír, charlar… Y lo mejor de todo, a mis amigos Álvaro les cae tan bien como a mí.

Estoy súper feliz.

—Álvaro, voy al baño, no tardo nada. Chicas, ¿venís?

Este es el momento en el que nosotras sutilmente queremos decir: «¡Nenas, tengo que hablar con vosotras urgentemente!».

Tengo que saber qué harían ellas en este momento. ¡Necesito saberlo ya!

—Chicas, teníais razón, me gusta Álvaro; bueno, no me gusta… ¡Me encanta!

—¡Claro que teníamos razón! ¡Si solo hay que verte! Esa carita estaba diciendo: «¡Me gusta más que comer con los dedos!» —expone Irene tan en su línea.

—Y ¿qué hago? No sé si a él le gusto. ¿Y si le digo algo y lo estropeo todo? No me gustaría perderlo como amigo.

—No vas a perder a nadie, Sofi. A ese chico le gustas, estoy segura. Si pensara lo contrario, sabes que te lo diría —añade Eva, sincera.

Las palabras de las chicas me tranquilizan mucho. Sé que es cierto; si ellas pensaran que a Álvaro no le gusto, me lo dirían. Confío en ellas 100 %.

Salimos del baño y ¿cómo? ¡Dios! ¿Qué hace Álvaro hablando con Vanesa? Y a ella se le ve muy cariñosa. ¿No habrá personas en el mundo para hablar con ellas? ¿Tiene que ser con esa?

Me acerco enseguida a ellos.

—Hola… Perdona, no me acuerdo de tu nombre —suelta Vanesa, haciéndose la interesante.

Pero qué dice la tonta esta, claro que sabe cómo me llamo.

—Sofía, me llamo Sofía. Álvaro, ¿quieres ir con los chicos? Van a pedir algo a la barra.

—Perdona… Esto… Sofía…, Álvaro está conmigo, ¿o es que no lo ves?

—La que no ves bien eres tú. Yo no estoy contigo, estoy con ella. Así que si nos disculpas… Sofía, cielo, ¿nos vamos? —me dice Álvaro guiñándome un ojo y cogiéndome de la mano.

¡Oh, Dios mío! ¿Le acaba de dar Álvaro en toda la boca a Vanesa por mí? Y… ¿cielo? ¿Yo? ¡Esto no puede estar pasando!

 

SofíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora