Sofía

*Málaga, junio de 2015

No quiero saber nada de él.
No quiero ni que me lo nombren.
Álvaro está muerto para mí.
Nunca, nunca en la vida se lo perdonaré.
¿Y con Vanesa?
Lo odio.
Los odio.
Las chicas quieren que hable con él.
¿Están locas?
No quiero verlo ni en pintura.
¡Por Dios! ¡Necesito ver a Eva! ¿Por qué tuvo que irse?
¿Por qué todo me tiene que estar pasando a mí?
 
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En dos semanas nos dan las notas. Ojalá fuera mañana.
El tener que encontrarme con Álvaro por los pasillos me mata.
Y las risitas de Vanesa y Laura me ponen enferma.
Solo quiero estar sola. Que el tiempo pase. Que se quite este dolor que me está volviendo loca.
La imagen de ellos dos en el lago besándose no se me va de la cabeza. Los veo incluso al cerrar los ojos.
Me engañó en mis propias narices y no supe verlo. Me creí todas y cada una de las palabras que me dijo. Presumí de tener un amor perfecto y me demostró que sus besos, abrazos y caricias eran solo una mentira. Una cruel y dolorosa mentira.
¿Lo peor de todo?
Que confiaba en él. Creo que jamás volveré a creer a ningún chico. Me ha hecho abrir los ojos de golpe y de la forma más atroz.
Lo peor son los cientos de preguntas que se me vienen a la cabeza…
¿Sintió alguna vez algo por mí?
¿Hasta cuando iba a seguir con la mentira?
¿Estaban en complot él y Vanesa para reírse a mi costa?
Preguntas que ya nunca tendrán respuesta.
 
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Y por fin llegó el día. Las notas, vacaciones, tres largos meses por delante para poder olvidar.
El pueblo… Necesito irme al pueblo. Hablar con la abuela, sus consejos, su amor incondicional.
Al llegar a casa oigo mucho revuelo en el salón.
—¡Sofi!
—¡Eva! ¡Estás aquí! —exclamo corriendo hacia ella con mi cara llena de lágrimas.
—¡Quería darte una sorpresa! ¿Qué haces ahí parada? ¡Venga, corre a tu habitación, mis padres han hablado con los tuyos y te vienes dos semanas a Madrid!
Mi mejor medicina.
Eva, tiempo para nosotras y muchos kilómetros de distancia.
Adiós Álvaro.
Adiós maldito curso.