*Málaga, febrero de 2015

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En el instituto ya están preparando todo para el Día de San Valentín. Todos los años se hace el juego del cardo y la rosa. Consiste en escribir en un papel el nombre de la persona a la que quieres entregar una rosa en señal de amor o, por el contrario, un cardo si esa persona no te cae del todo bien.

He entregado mis 4 papelitos. Una rosa para cada una de las chicas y otra para Álvaro.

En mitad de clase de Lengua, tres compañeras interrumpen a Don Carlos a la voz de «¡cardo o rosa!».
Comienzan a nombrar a los afortunados que han sido obsequiados con una flor. Este año tengo una más. No puedo ocultar mi felicidad.

—¡Oooh! Alguien tiene un enemigo o enemiga por aquí... ¡Y viene con notita! ¿Sofía Suárez? —pregunta una de las chicas.

¿Cómo? ¿Quién me ha mandado un cardo? Nunca había recibido uno.
Abro el sobre enseguida.
«Quien ríe el último, ríe mejor».
¿Será una broma de las chicas? No creo. Saben lo poco que me gustan. Y menos si son de mal gusto.
Pero si no han sido ellas, ¿quién ha podido ser?

Cuando salgo de clase, Irene me está esperando. Al ver mi cara, enseguida me pregunta.

—¿Y esa carita? No me digas que a Álvaro se le ha olvidado que hoy es San Valentín.

—No es eso, Irene.

—¿Entonces?

—He recibido un cardo.

—¿Y por eso estás así? ¡Anda, tonta, no le hagas caso! Seguro que te han querido gastar una broma. ¡Tú pasa, mujer!

—Pero lo más extraño es que venía con esta nota. Mira, léela —le digo entregándole el papel.

—«Quien ríe el último, ríe mejor». La verdad es que la notita tiene tela. No me suena a las nenas, ¿verdad? Pero ¿quién te mandaría algo así? —me pregunta Irene intrigada.

—No tengo ni idea. La única persona con la que tuve un encontronazo fue con Vanesa. Pero ¿tú crees que sería capaz de mandar algo así?

—De esa imbécil me espero todo. Con tal de llamar la atención sería capaz de ponerse un florero en la cabeza. Tú hazme caso. Tira ese cardo a la basura, vete en busca de tu chico y plántale un beso que te quite todas las tonterías de la cabeza.

No hay más que hablar. Sin duda la opción de Irene es la mejor.
 

SofíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora