Antes de empezar este capítulo quiero pedirles que, nuevamente, perdonen los errores ortográficos y que este es el borrador original de mi primer libro. Espero que les guste 💞💕.
Al llegar donde se suponía estaría mi madre encontré a un montón de gente - la mayoría vecinos del edificio -, la señora que al parecer era la nueva inquilina, y a lo que supuse era su hijo- ya que se parecían mucho-. El chico era alto y moreno, tenía un cabello bastante negro que brillaba al sol en una tonalidad que podía haber pasado por verde, tenía un cuerpo tal que el mismísimo Miguel Ángel hubiera pagado por observar, y además unos ojos pardos - el mismo color que la señora - que se paseaban con aire de superioridad por toda la zona.
Y en ese momento, supe que lo odiaba, seriamente, siempre odié a esas personas que se pasean por ahí con aires de superioridad como si fueran dioses a los que alabar - principalmente porque suelen maltratar a quienes creen inferiores-.
Decidí pasar por alto al joven y en cambio salí a buscar a mi mamá.
Como era de esperar ni la encontré, así que busqué por el tumulto de curiosos que se arremolinaba desde toda la cuadra alrededor de la señora nueva - de pelo entrecano pero negro y ojos pardos que a diferencia del chico miraban con dulzura la multitud -, encontré, para mi suerte a Yeya - la anciana del primer piso - y me apresuré a llamarla.
— ¡Yeyaaa! — grité para que la anciana pudiera escucharme por el barullo — ¿ Has visto a mamá?
Le dije cuando tuve en frente a la señora de pelo totalmente blanco y tez olivácea, que me llegaba al menos por el hombro, le di un suave beso en la mejilla y esperé pacientemente su respuesta.
— Creo — respondió con su vocecita aguda— salió a buscar pizza para tí, dijo que estarías contenta— terminó la frase en algo parecido a una pregunta —.
Le agradezco y me alejo dando grandes zancadas hasta donde encontré un lugar en el que sentarme - específicamente una banqueta destartalada - y me planteé a esperar la llegada de mi madre, — rayos, dejé mi teléfono en la meseta— me dije dándome un bofetón mental.
— Eso no te pertenece— dijo una voz interrumpiendo mi reproche interno.
—¿ Qué?
— He dicho que no te pertenece ... — me suelta a quien reconocí como el engreído muchacho que se mudaba al edificio — ¿ Es que no escuchas o qué te pasa? ¡ Levántate!
Grita y me levanto rápidamente, no por el susto, sino para ponerle frente a ese engreído de cabellos negros y mirada intimidante. — no sabe dónde se mete— pensé, pero era yo quien no sabía dónde me metía.
— ¿ Qué demonios te pasa?— grité con todas mis fuerzas — Llegas nuevo a este lugar y actúas como y perfecto idiota — puse toda mi fuerza en darle un empujón en el pecho con la punta de los dedos, pero a pesar de mi empeño, solo conseguí que se echara a reír en mi cara, sin moverse a penas un milímetro de su posición.
— Eres... eres valiente niña — dijo entre risas y se alejó con la silla en la mano, dejándome enfurecida y humillada ante todo el barrio.
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Perdida por mi vecino
Vampire¿ Qué pasa cuando todo cambia? ¿ Que pasa si sucede tan rápido que no logras ni pestañear? Leí una vez que cuando miras al monstruo a los ojos este te sonríe al devolverte la mirada. ¿ Qué pasa si más que mirarlo, lo besas, te entregas a él? Dice...