Confusión

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Despierto en medio de un calor abrasante y en un lugar desconocido.
  Tardo unos segundos en darme cuenta de que aquella habitación oscura era simplemente la de… quién, no sabía su nombre. La del chico de la mudanza, pero, a pesar de ser su habitación, no se encontraba allí.
  Rápidamente me levanté y, casi que en puntitas de pies, caminé hasta el balcón.
  — ¿Ya te vas no?— dice aquella voz que en tan poco tiempo se me había vuelto más que familiar.
  Me doy la vuelta y encuentro la misma cara que había visto cuando llegué de hurtadillas hasta su cama. Parecía un ángel afligido y dulce con un vaso de agua en las manos.
— ¿Necesitas que me quedé?— pregunté a tiempo para ver cómo su rostro cambiaba de ser dulce, e incluso parecer medio desorientado hasta endurecerse y ser aquel que me había humillado frente a todos - volvía a ser un engreído-.
  — Claramente que no — dijo con una sonrisa burlona que destilaba crurldad y … ¿ resentimiento, dolor?  — ni siquiera debiste venir.
   No sé por qué me dolió aquello, sabía que era un imbécil, y, que estaba enojado porque me marchaba, pero igualmente mi parte sensible no pudo evitar derramar una lágrima antes de que la cínica tomara el control.
  — Tal vez sí, tal vez no— contesté, sabiendo que le había molestado que quisiera irme— pero cómo perderme al chico malo llorando por un simple sueño.
  Entonces me di la vuelta y, por primera vez, fui yo quien salió riendo para dejar al otro solo, enojado, y con la palabra en la boca.

~°•°~

  No he podido dormir, no después de lo ocurrido. Todos saben que soy impulsiva y estúpida, pero nunca pensé que fuera tan boba como para dejarme engañar por unos ojos tristes y un rostro arrugado.
  No pensé que mi risa, al salir de aquel oscuro lugar, se transformaría en una mueca, que un pinchazo atravesaría mi pecho al recordar la forma en la que había hablado, cómo me había tratado, o, la cálida sensación que causaría en mi estómago, o el cosquilleo la punta de mis dedos, saber que se había molestado por mi abandono, él, que ni siquiera sabía mi nombre, había estado resentido de que yo me alejara de que le dejara solo.
  Pero poco a poco, esas sensaciones fueron pasando a segundo plano,"Qué demonios pasa contigo Ve" gritaba la parte de mi cerebro que aún podía pensar con claridad, " ese chico te humilló" me recordaba mientras un escalofrío corría de golpe aquella sensación cálida que se había asentado en mi estómago " Pero lucía taan indefenso" decía la voz ingenua que rondaba siempre en el fondo de mi cabeza - cuestionando mis desiciones- mientras luchaba por atraer de nuevo aquel aleteo a mis adentros. ¿ Qué había hecho para hacerme sentir así?
  En mi interior se alzaba una revolución, no podía quedarme en la cama mientras una parte de mí - una que me había encargado de enterrar en lo más profundo de mi ser hace mucho tiempo- luchaba por salir a flote,mientras que la otra intentaba devolverme la tranquilidad que tanto trabajo me había costado, mientras sostenía el muro que - bloque a bloque- había construido, y que ahora, sin más, quería derrumbarse.
 De repente me faltaba el aire, y todas las lágrimas que en un pasado hube contenido amenazaban con desbordarse, así que decidí que necesitaba refrescarme un poco, salí de mi cama y me encaminé hacia el balcón - el maldito balcón - ya que era el único lugar al que podía ir a tomar aire fresco sin despertar a todos en la casa. Me senté en el suelo y me recosté a la pared que da a al balcón contiguo. Al principio solo fue en un gesto despreocupado, pero al cabo de unos minutos, pude sentir unas pisadas fuertes y ágiles- por la forma en la que suenan-, perezosas pero ligeras al mismo tiempo, que se acercan en mi dirección, desde el otro lado de la pared. Mi cuerpo se pone en alerta casi al instante, bajo la cabeza y me pegó tanto al suelo como me es posible con la intención de no ser notada, un pequeño retumbar en la pared a la que me encuentro pegada me hace darme cuenta de que esa persona se ha sentado en el suelo.
  Y, entonces puedo sentir su voz, melodiosa y firme, capaz de atraer a cualquiera a la ruina, como el cántico de la sirena al marinero.
  — Necesito tu ayuda—  dice y me da un vuelco el corazón — si, se que te lo prometí, pero…
  Gracias a la forma en que habla y las pausas que hace  soy capaz de darme cuenta de que está hablado por teléfono, y solo entonces, mi corazón detiene la carrera a galope que tenía montada y comienza un ritmo más o menos regular.
  — No es normal… — creo que es interrumpido por la manera en que se detiene bruscamente— he sentido su olor, es diferente— no entiendo bien las cosas que dice, y de la conversación solo me llegan retazos.
  — Es demasiado dulce … recuerda lo que ha hdscjhio— su voz es un susurro casi inaudible, y me encuentro agudizando al máximo mis sentidos para escuchar con más claridad — hace demasiados siglos… es confuso… casi pierdo el control.
  ¿ Qué, de qué demonios habla? Pienso, pero mi mente no está en condiciones de hacerse preguntas en este momento.
— Espera… — dice algo sorprendido— creo que he escuchado algo… — mi corazón deja de latir un instante para luego martillera tan duro contra mi pecho como para hacerme sentir un leve dolor, miro encima de mí y veo la mitad de su cuerpo inclinado en mi dirección sobre la barandilla, luce extrañamente sorprendido y me mira tan fijamente que siento que no puedo respirar, y entonces dice.
  — Creo que me equivoqué, ahí no había nadie— mi mente está en shock y solo puedo quedarme ahí, conteniendo la respiración mientras lo escucho alejarse diciendo— creí haber escuchado un latido.

~°•°~

  No es hasta después de unos largos minutos, que logró que mis músculos, agarrotados por el pánico, respondan a mis órdenes. Me paro lentamente de mi lugar mientras que mi mente pide a gritos una explicación a lo que acaba de pasar.
  " ¿ Qué fue eso de hablar de olores extraños, qué pasó hace demasiados siglos? " No dejo de preguntarme una y otra vez, no me pasa desapercibido que inconscientemente estoy omitiendo la razón por la que no paro de temblar, dar vueltas en la habitación, o jalarme del pelo hasta el punto de que me duelen los nudillos por la forma en que se ciernen sobre las hebras de cabello rubio hasta formarlo un solo nudo sobre mi cabeza. No me pasa desapercibido que intento no pensar, en el hecho de que esa persona no podía verme mientras me miraba fijamente, como si yo no existiese.
  La confusión se cierne sobre la habitación volviendo el aire denso, y esta vez no quiero tomar aire, está vez, no quiero contener las lágrimas que brotan de mis ojos incontrolables a causa de la desesperación y el miedo.

Perdida por mi vecinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora