Al llegar a la entrada del viejo edificio en el que vivo, las luces del crepúsculo descienden sobre el horizonte volviendo todo de un color rosa perla.
Subo los cinco pisos necesarios para poder llegar a mi casa y sin apenas mirar la puerta del apartamento contiguo entro hacia la sala encontrando a mi papá viendo un partido de fútbol en la televisión.
Deposito un suave beso en su calva cabeza y paso por la cocina en busca de mi madre. La encuentro atareada con un pedazo de carne cruda.
- Buenasss- saludo mientras tomo un cuchillo y la echo a un lado para terminar su trabajo - te veo ocupada.
- ¿ Cómo te fue?- dice haciendo un gesto como para restarle importancia a mi comentario.
Le cuento que fuimos al parque y también que compramos unos refrescos en la esquina del antiguo cine del pueblo mientras alterno la mirada entre el trozo de carne y sus cabellos rubios - no por tinte, sino porque son naturales, al igual que los míos-.
Luego de cortar la carne dejo a mi madre cocinarla y me adentro en el baño.
Fue relajante quitarme de encima la costra de sudor que empegostaba mi cuerpo.~°•°~
La comida había sido deliciosa y después de eso me había ido a la cama con mi desgastado pijama gris claro.
~°•°~
- Eres una persona valiente niña- decía una voz a mis espaldas - no debiste meterte conmigo.
Estoy en el bosque, y cientos de murciélagos vuelan sobre mi cabeza haciendo ruidos horribles, * Valiieentee* susurran los árboles con el pasar del viento. Echó a correr, * Valiente* - susurran de nuevo-, pero sin embargo no logro avanzar y de pronto se encuentra delante de mí, " ¿quién? " se que es importante recordar quién es él, pero algo nubla mi mente y yo solo puedo ver un rostro que en algún momento fue hermoso ditorsionarse a causa de cientos de venas negras que se arremolinan bajo sus ojos y unos colmillos demasiado largos para ser naturales que se inclinan, junto con aquél horrible rostro, hacia mi garganta y...~°•°~
Me levanto de un brinco de la cama, sudorosa, " que pesadilla tan horrible" pienso, intentando recordar quién era aquella persona, no, aquella cosa.
Sabía que algo se me pasaba por alto -había algo familiar en aquella voz- pero era demasiado tarde como para romperme la cabeza con esas cosas.
Me dispongo para acostarme nuevamente, pero siento un ruido proveniente de fuera. Deslizo un abrigo por mis hombros y salgo al balcón a ver, al notar como no pasaba nadie por la carretera en aquel momento me doy la vuelta dispuesta a marcharme, pero escucho de nuevo ese ruido y esta vez pude distinguirlo como un quejido proveniente del balcón de al lado.
Me inclino lentamente sobre la barandilla y observo - a través de las puertas de cristal- cómo alguien se remueve inquieto bajo las sábanas, en la cama de la otra habitación.
Sin pensarlo dos veces, cruzo ágilmente de un balcón al otro y me introduzco en la habitación oscura, bajo la tenue luz de la luna logro ver qué está tiene paredes de color negro, sin afiches o muestras de personalización en ellas. También hay una escueta mesita de noche que se reduce a una gaveta, en la superficie solamente descansaba un teléfono de última generación, no había lámpara. El armario - también negro- claramente de aspecto más moderno que el mío, se encuentra en el rincón izquierdo, ya que en el derecho está la puerta que supuse daría a la sala. Ruedo la vista hasta llegar a la cama, en ella, bajo un revoltijo de sábanas, se encontraba aquel chico del demonio que tantos disgustos me había causado.
Ahora, sin embargo, no parecía más que un ángel afligido por el tormento de un mal sueño. Sus cabellos negros - antes perfectamente acomodados- lucían despeinados alrededor de aquel rostro qué tan engreído me había parecido esa mañana, y ahora, más bien lucía como un niño asustado. Justo en ése momento se removió inquieto.
- ¡ No!... - dijo entre lo que fue un gritó o un sollozo - no lo hagas,..., no, no...
Con un suspiro pasé mi mano por su rostro, sin poder evitarlo.
- No pasa nada - otra caricia - estás bien ahora - hice lo posible por qué se calmara con arrullos y caricias, como a un bebé.
Cuando se hubo calmado, comencé a retirar la mano de su rostro, pero una mano me dio un apretón que me lo impidió, y sus ojos color crema se abrieron asustados.
- No te vallas - me dijo - quédate solo un rato.
Pude ver la súplica oculta en sus ojos, y por otro instante, fui capaz de olvidar quién era y me acomodé en el hueco que había hecho para mí en aquella cama de sábanas negras como la noche.~°•°~
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Perdida por mi vecino
Vampire¿ Qué pasa cuando todo cambia? ¿ Que pasa si sucede tan rápido que no logras ni pestañear? Leí una vez que cuando miras al monstruo a los ojos este te sonríe al devolverte la mirada. ¿ Qué pasa si más que mirarlo, lo besas, te entregas a él? Dice...