Lo único que me contuvo de echarme a llorar fue el simple hecho que me daba ganas de llorar, todos los vecinos se habían volteado a mirar, curiosos, al sentir los gritos.
Lo más relajada que pude me di la vuelta y me alejé de la multitud, enfurecida aún. Cuando ya me encontraba ya en las escaleras de mi edificio eché a correr escaleras arriba mientras las lágrimas asomaban a mis ojos.
Pude sentir, también, a lo lejos, los gritos de mi madre," Veronicaa", pude escuchar cómo su voz sonaba lastimera, pero en esos momentos, solo tenía que salir de allí.
~°•°~
Al poco rato, siento- desde mi cuarto- que mi madre entra en casa y que empieza a trastear cosas en la cocina.
— ¡Mamaaaá!
Gritó impaciente despojándome de las colchas que se arremolinaban a mi alrededor - sí, estaba acurrucada como un bebé en la cama leyendo - y camino hasta la cocina.
— Estás despierta— dice como si fuera capaz de dormir después del insulto que me hizo pasar aquel idiota.
— Si … y, hambrienta — digo pasándome la mano por la barriga significativamente —¿Trajiste lo que dijiste que traerías?
—¡ Ohh! — dice contenta — Si que lo traje.
Entonces saca una bolsa de una silla y me la entrega seremoniosamente. Yo la tomo y es como si el alma me llegara al cuerpo.
Me despido de mamá dispuesta a ir para mi cuarto, ella me llama y me hace regresar. El interrogatorio comienza.
Me siento en la mesa del comedor y engullo el primer bocado. Espero pacientemente a que ella llegue y también a que se acomode y pregunte.
— ¿ Qué fue lo que pasó? — dice dulcemente.
— Nada, yo estaba sentada en una silla que pensé no era de nadie y ese idiota llegó… — hago la historia de punta a cabo y de cabo a rabo.
Cuando terminó estoy tan exasperada que mi mamá me hace tomar agua y sentarme nuevamente en la silla de madera que hace juego con la pesada mesa del comedor.
— ¿ Sabes quién es ese chico? — pregunta asegurándose de enfatizar en la palabra quién.
— Sí — digo con roña — el nuevo del edificio.
— ¿ Y, sabes en qué apartamento?.
Niego lentamente con la cabeza… "ohh… no por favor, por favor, por favor… "
— El del lado — dice confirmando mis sospechas y aumentando mis desgracias — el que da justo con tu balcón.
Bajo la cabeza a modo de resignación, definitivamente, todo lo malo me pasa, " todo, todo lo malo me pasa a mí" me dije interiormente.
Después de unos instantes de mantener tal posición, escucho el tono de mi teléfono, y comprendo que es la forma más digna que tengo de retirarme por el momento, así que salgo corriendo en busca del móvil.
— ¿ Diga?— digo en cuanto logro contestar.
— Mi vida — dice una voz que reconozco al instante — ¿Donde diablos estás?
— Mi mejor amiga siempre tan amable — respondo a la chica del móvil — y, respondiendo a tu pregunta, estoy en mi casa animal.
— ¿ Por qué me hablas de esa forma? — pregunta sofocando una risita— no te muevas, que voy a verte.
Siento como cuelga el teléfono y miro el reloj de la pared, son las diez y cuarto de la mañana.
Decido que lo que necesito para sentirme mejor es organizar la caverna aborigen que hago pasar por cuarto. Las paredes son de color rosa y blanco y hay cientos de calcomanías de Hello Kitty y TVD ( The Vampire Diaries) - bueno, en este caso son afiches-. La cama es un batido de colchas, ropas y el copón y la vela y armario está abierto de par en par con las prendas deslizándose fuera. Ni siquiera la mesita de noche queda a salvo, ya que un sujetador se encuentra justo encima de la lamparita que alumbra tenuemente - cosa que indica que ya vino la corriente-.
Me pongo manos a la obra y recojo toda la ropa desperdigada por la habitación, luego la doblo y la pongo con delicadeza una sobre otra en el clóset. Hago lo mismo con las colchas que están sobre la cama y tiendo la misma.
Varias gotas de sudor me recorren la frente para cuando termino y decido pararme en el balcón a ver si consigo que algo de fresco me llegue al rostro todo sudado.
Claramente, me doy cuenta de mi error después de pararme junto a la barandilla con la cara hecha un asco y los pelos pegados a la frente prácticamente sacando la lengua como un perro y mirar que en el balcón contiguo se encuentra en joven esbelto y de pelo negro - conocido como mi enemigo a muerte- mirando fijamente mi rostro, aguantando la risa.
— ¿ Qué es lo que tanta risa te da?— le pregunto amenazante, aunque sé que soy yo.
— ¿ En serio quieres saberlo niña ?— me dice aunque no creo que tenga muchos más años que yo.
— Pues…
Había comenzado a decirle, pero ya se había marchado, y otra vez, me quedé enfurecida mirando sin poder hacer nada más que retirarme.
Al darme la vuelta me doy de bruces con Daniela - mi mejor amiga-, que me mira como si fuera una desconocida.
— ¿ Hija, pero que te pasa?— me pregunta exasperada, ya que casi nunca suelo alterarme tanto.
— Es una larga historia— le digo, y con el firme ademán de cambiar de tema le pregunto — ¿ Nos vamos?
Hace una mueca de desaprobación, pero asiente y yo cojo la cartera y salgo mandada hacia la puerta principal dando a mi mamá solo un gritó de despedida.~°•°~
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Perdida por mi vecino
Vampire¿ Qué pasa cuando todo cambia? ¿ Que pasa si sucede tan rápido que no logras ni pestañear? Leí una vez que cuando miras al monstruo a los ojos este te sonríe al devolverte la mirada. ¿ Qué pasa si más que mirarlo, lo besas, te entregas a él? Dice...