VIII

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Eddie le preparó a Rose un café, la cual se veía muy aturdida por lo que había sucedido hace unos minutos.

La chica se sentía avergonzada con Eddie por casi rogarle y mostrarse tan débil ante él. Se sintió peor al pensar en lo incómodo que tal vez se sintió el metalero ante la sobrecarga de emociones.

—Toma —El chico le acercó la taza.

Esta le agradeció mientras tomaba la taza con ambas manos, soplando un poco el contenido, para dar un pequeño trago. Eddie observó con ternura estos movimientos.

Los dos estuvieron callados hasta que este no aguantó más el silencio.

—Rose... Eres una linda chica pero...

—¿Me estás rechazando desde antes? —Preguntó con una sonrisa baja, llena de vergüenza, sin mirarlo, solo dando vueltas a su café con una cuchara.

—¿Qué? No, claro que no —Se cruzó de brazos y tomó aire—. Escucha, cuando dije que me gustabas demasiado no era sólo por decirlo... Yo.... Sé que sales con Billy.

Rose comenzó a toser, consecuencia de que el trago que le dio al café se fue por otro lado de su garganta ante esto último.

—Sé que tal vez aún lo sigas queriendo... O no sé... Sé que tal vez desde antes estabas triste por él aunque siempre te trató tan mal...

—¿Desde hace cuánto lo sabes?

—Unos dos meses —Eddie sonrió algo triste—, en una fiesta los vi besarse y varias veces te vi irte con él aunque en la escuela él era indiferente contigo.

Rose dio una risa ligera dándole otro sorbo a su café.

—Le daba vergüenza estar conmigo —Sus ojos comenzaron a arder, palmeó su suéter buscando su cajetilla de cigarrillos, tomando uno y poniendo la esta en la mesa—, siempre. Me lastimó de muchas maneras, de maneras horribles; el golpe que tengo en la mejilla me lo dio él.

—Que desgraciado —Eddie estaba totalmente indignado.

—Me golpeó porque vine a hacer tarea contigo y porque hablo con Jonathan, él me trata como "algo". ¿Sabes? Pensé que tú también me tratarías como "algo", pero incluso hace rato pudimos dormir juntos y no intentaste hacerme nada y ese nivel de respeto básico nunca nadie lo había tenido conmigo, y me gustó dormir contigo, me gustó estar en tus brazos y acariciarte el cabello y el rostro...

—¿Amas a Billy aún? —Preguntó. Sí esta daba la respuesta que él esperaba, juraba que se entregaría ciegamente a ella. Deseaba tanto estar a su merced.

—No... —Rose soltó el humo del cigarro mirando a Eddie a los ojos—, ya no —Realmente el poco amor que esta le tenía al rubio se había desvaneciendo al recordar todo el daño que le había hecho, se había echo polvo cuando este se atrevió a golpearla.

Eddie sonrió, mientras le acariciaba la mejilla, está cerró sus ojos sintiendo paz ante el toque de esta. Era la primera vez que sentía paz, aún cuando todo se estaba yendo al carajo.

Sintió el frío del metal de los anillos de este en su piel y como se iba acercando a ella, rozando su nariz con la de la chica.

—Dios, bésame ya —Casi imploró Rose mientras este juntaba sus labios con los de la chica.

Era un beso lento, como sí Eddie se asegurara de besar cada milímetro de los labios de esta, sus bocas se movían  muy despacio, como sí no quisieran que se terminara todo eso. Eddie acarició suavemente el rostro de esta mientras ella acariaba con suavidad su cuello, haciendo erizar la piel de este.

𝑺𝒂𝒃𝒃𝒓𝒂 𝑪𝒂𝒅𝒂𝒃𝒓𝒂 | Eddie Munson Donde viven las historias. Descúbrelo ahora