Un océano de distancia

Capítulo 1

Era una noche agradablemente cálida, con el aire húmedo sobre la superficie del mar sin ninguna costa cercana, solo la extensa y profunda oscuridad del agua donde apenas y podía verse la luna reflejada, así como las luces del barco en el que un grupo de chicos viajaban, igual que muchas otras personas. Era un crucero y todos los que estaban en él querían divertirse, el licor, la música, la alberca abordo, todo era perfecto en la fiesta que se llevaba a cabo, cuando la música comenzó a sonar el silencio en medio del mar se rompió.

—Hey, Tyler, ¿a dónde vas? —exclamó un chico reteniendo a otro antes de que se marchara.

—Tengo sueño.

— ¿Qué? ¿Crees que voy a dejar que te largues a dormir? —se burló llevándolo hacia el grupo de jóvenes que charlaban en una mesa. —Estamos celebrando nuestra graduación, cuando vuelvas a casa podrás dormir tanto como quieras.

— ¿Ya se quiere ir? —preguntó otro muchacho haciéndose a un lado para que se sentara en el sillón curvo.

—Ten, bebe un poco y entra en ambiente.

—No, sabes que yo no bebo. —dijo rechazando el coctel que le fue ofrecido y trató de pararse.

—Tyler...

—Al menos deja que vaya a cambiarme, hace demasiado calor. —pidió mirándole con una sonrisa, convenciéndole así de que volvería enseguida.

Sus amigos le permitieron huir de momento, si tardaba lo suficiente ellos ni siquiera se darían cuenta de que no iba a volver, con la rapidez que bebían, estarían ebrios en una hora. Para eso era el viaje, todos querían celebrar a lo grande su graduación, igual Tyler, pero él no solía beber demasiado aun cuando ya tenía edad para hacerlo sin sentir que era algo indebido.

Mientras se alejaba de la fiesta y se dirigía por un largo pasillo hacia donde se ubicaba su área de alojamiento, sintió una extraña sensación se ser observado. Miró atrás y nadie le seguía, luego prestó atención hacia la infinita oscuridad del mar, sonrió para sí mismo, —como si alguien pudiese estar ahí afuera —pensó antes de continuar su caminata.

Llegó a su cuarto, se cambió de ropa y dejó su teléfono en un buró antes de volver a salir, sabía que podía perderlo si lo llevaba consigo. Vestía unas sandalias cómodas, un short y una camiseta sin mangas bastante holgada y ligera, el calor solía ser abrumante aun siendo de noche, pero cuando subió al barco esa misma mañana había llegado con jeans, tenis, incluso una chaqueta que no se quitó hasta ese momento.

Entonces hizo lo que prometió, volvería con sus amigos, porque un viaje así no ocurría todos los días, al volver a casa y comenzar la universidad ni siquiera tendría tiempo de ver a sus viejos compañeros, y claro que iba a extrañarlos.

Pasó de largo la extraña sensación que le provocaba cada que cruzaba el pasillo, ignoró el oscuro paisaje del mar hasta llegar con el resto y en cuanto comenzó a divertirse olvidó cualquier inquietud.

Los días abordo iban pasando, duraría una semana, Tyler pronto se acopló a la forma en que sus amigos se divertían, por las tardes después de darse un refrescante baño, bajaba a tomar algo de sol, nadaba en la enorme piscina a bordo y jugaba en los grupos de deporte que se formaban a diario.

Era la cuarta noche de fiesta. Tyler hizo lo mismo en cada ocasión, fue a dejar sus pertenencias, especialmente el móvil en su habitación, a veces sus amigos le acompañaban porque él lo pedía, quizá estaba siendo algo paranoico, pero sentía gran incomodidad cada que cruzaba el mismo pasillo a solas.

Sin embargo, esa noche iba solo y al levantar la mirada y sintió cierta curiosidad por ir al otro extremo del barco, ciertamente no lo había explorado en su totalidad, solía mantenerse en la misma zona de siempre, alejado de las orillas, solo se acercaba cuando era de día y era para tomarse fotos con sus amigos en el área común.