Fiesta en el jardín

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Akemi

Volvemos por el camino de tierra, pero esta vez, en nuestro coche viene una integrante más, Lisa está mirando por la ventanilla justo detrás de mí, al lado de Tamara, quien está en el asiento del medio.

Noto que Nicolas, pega su muslo al de Tamara, abriendo las piernas más de lo que necesita. 

Miro por mi ventanilla, apoyando la frente contra ella, viendo el cambio de suelo de tierra al suelo de la carretera.

Simon conduce, dejando a cada uno en su casa. La mía es la que queda más lejos de todas, así que al final solo quedamos nosotros dos, y me sorprendo cuando aparca en el garaje de su casa.

    -¿Te importa ir andando? Tu casa está cerca de aquí. Esque sino no me va a dar tiempo de prepararme, porque ahora va a llegar mi hermana de ballet y tarda cuarenta años en salir del baño.- Asiento. Me da un rápido beso en la mejilla, y luego desaparece por la puerta que conecta con la casa.

Yo me doy media vuelta y salgo por el portal del garaje, antes de que se cierre automáticamente. 

Camino por las calles en dirección a mi casa. Para cuando llego, estoy aún más sudada de lo que ya estaba. Me desvisto en el baño, dejando la ropa tirada en el suelo y me meto dentro de la ducha, abriendo el grifo, dejando que el agua fría azote mi cuerpo. El agua empieza a aumentar en temperatura, dejándola a una temperatura media. 

Me enjabono el cuerpo rápidamente, después me lavo el pelo. Al terminar envuelvo mi cuerpo en una toalla marrón. Pongo los pies sobre mi ropa sucia, para no mojar el suelo. 

Me seco el cuerpo, y me envuelvo el pelo en la toalla, para después ir hasta mi habitación y ponerme un bikini amarillo, el cual siempre fué mi color favorito, la parte de arriba del bikini son dos triángulos que se unen en mi cuello y espalda, la parte de abajo es como una braga normal, que me cubre todo el culo y mi tatuaje, el que está a un lado, pegado a mi cadera por la parte delantera, haciendo honor a mi padre. 

Por encima me pongo un vestido, también amarillo, de manga corta y falda de vuelo. Lo combino con unas sandalias negras.

Hago una pequeña mochila, en la que llevo una toalla de la playa y ropa interior de recambio. Compruebo si tengo preparada la maleta que voy a llevar conmigo en el avión y la bolsa de mano. El resto de las cajas, ya están bien envueltas, y mañana por la mañana vendrán para enviarlas a Los Ángeles. 

Cojo la mochila y el móvil y salgo para sentarme en las escaleras de la entrada a esperar a Simon, quien tendría que venir a recogerme. 

Mi móvil suena. Miro la pantalla para descubrir que es un mensaje de Simon.

<<¿Puedes venir hasta mi casa? Mi madre no me deja ir hasta tu casa hasta que mi hermana acabe. Entonces llegaremos tarde si tengo que ir hasta allí y luego deshacer lo andado para ir hasta casa de Tamara.>>

Odio ir sola por la noche, él debería saberlo más que nadie, porque me había acompañado muchas veces. 

En este momento estoy entre cabreada y asustada. Entiendo que su madre no le deje venir hasta mi casa, ella siempre odió mi familia y me odió a mi, pero aún así, sabe que le temo mucho a la oscuridad. No es por el hecho de ir sola por la noche, porque eso es bastante tranquilo, sino que es más bien por la puta oscuridad.

Me abrazo a mi misma. Las calles están sólo iluminadas por las farolas, que no dejan ver las estrellas. No me importa ir por la oscuridad si estoy con alguien, eso me tranquiliza un poco. 

Camino hasta llegar a la puerta de su gran casa, bastante minimalista, fría y superficial, para nada familiar, nada acogedora.

Toco el timbre y poco después abre la puerta su madre. Sí. La madre de Simon, la cual me odia hasta la médula.

En el nombre de todo lo que odioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora