Vuelta a clases, vuelta al infierno

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Akemi

Despierto temprano por culpa de la alarma que resuena en mi móvil, y hace que este vibre por toda la mesilla, haciendo que me levante posiblemente con la peor cara de culo del mundo. Aparto con delicadeza el pequeño cuerpo de Alice, posándolo sobre el colchón. 

Me levanto y me dirijo a mi maravilloso baño sin puerta, obviamente lo digo con ironía, y me doy una ducha rápida, envuelta en una toalla me dirijo al armario para decidir que ropa ponerme para mi primer día de clase. Opto por una falda negra de flores rosas que se anuda a un lado de la cadera, y una camiseta del mismo tono rosa de manga corta, y combino todo con unos tenis negros. Después agarro la mochila y bajo a desayunar, dejando la puerta de la habitación abierta para que Alice entre y salga a su antojo.

Anoche ya le advertí al Doctor que si se cerraba mi puerta se bloqueaba, así que lo mejor era dejarla abierta.

Al entrar en la cocina me encuentro sola. Dejo la mochila en el suelo, al lado de la isla, para después empezar a calentar un rico café en el microondas. ¿He dicho alguna vez que me encanta el café instantáneo? Es algo que jamás tendré la oportunidad de quemar y tener que tirar una cafetera entera a la basura, como las tres últimas veces que lo intenté. Descansad en paz cafeteras.

Abro un paquete de galletas con virutas de chocolate, empiezo a comer una mientras espero por el pitido del microondas, el cual pronto llega. Tomo la taza y la poso sobre la isla, donde me siento, a seguir comiendo, hundiendo las galletas en el café, saboreando la paz que reina en la cocina, o mejor dicho: reinaba. 

Lucas entra por la puerta rascándose la nuca y soltando un ligero bostezo, adormilado, con el pelo negro azabache despeinado en mil y una direcciones diferentes, haciendo que su aspecto, a pesar de seguir siendo condenadamente sexy, sea desenfadado. Va vestido con una camiseta negra de manga corta, unos jeans y unos tenis negros.

Toma una taza de leche fría, que se bebe de un tirón, como si lo necesitara a pulso,  y una manzana.

    -Te llevo yo.- Dice sin preguntar, sin decir ni siquiera un triste: Buenos días Akemi. Tras eso sale de la cocina hacia la puerta principal y pega un portazo al salir, lo que me da a entender que cuando dice que me lleva se refiere a ahora mismo, así que meto rápidamente mi vajilla en el microondas, para después coger la mochila y salir corriendo hasta la parte delantera de la casa, donde me espera Lucas subido en el coche, que está en marcha.

No hablamos lo más mínimo, ni una sola palabra. El silencio es muy incómodo así que pongo la radio, cambiando de emisora, hasta encontrar una canción que me gusta, One kiss de Dua Lipa. Veo de refilón como Lucas rueda los ojos, como si acabase de hacer la cosa más odiosa del mundo entero. 

Vuelvo a mirar por la ventana con la música de fondo, cuando Lucas apaga la radio, dejándonos de nuevo en ese silencio incómodo.

    -Por las mañanas me gusta el silencio.- Gruñe. Ahora la que rueda los ojos soy yo, pero sin girarme hacia él, mirando por la ventana. La velocidad desciende cuando pasamos por delante de una cafetería. 

    -¿A dónde vamos?

    -He quedado con unos amigos, si quieres vienes, sino te puedes quedar en el coche, te bajo un poco las ventanillas como a los perros y listo.- Entorno los ojos, mirándole con rabia. ¿Qué coño le pica ahora? 

Bajo del coche, dejando claro que no pienso quedarme ahí mientras él se pavonea con sus amigos de lo macho apestoso que es, pero no le voy a dar lo que quiere, voy a ir con él y me voy a sentar en esa misma mesa, a joderle el rollo todo lo posible.

Sigo sus pasos hasta una mesa desde donde saludan Jayden, los dos chicos con los que les había pillado jugando Birra Pong y la atractiva chica rubia teñida, las mechas azules han desaparecido por completo, no queda ni un solo rastro visible, pero se que es ella, por su atractivo natural y su raíz de su auténtico color de pelo, además de su mirada altiva con todos menos con Lucas, como si el resto fueran basura.

En el nombre de todo lo que odioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora