Evitando al problema

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Akemi

Esta noche también la he pasado en el piso de los tres mosqueteros, pero a penas he podido pegar ojo por culpa de los recuerdos del sincero y borracho Lucas. Jamás le había visto borracho antes.

Extiendo la mano hasta la mesa de noche, donde reposa el móvil. Enciendo la pantalla y veo que son las siete de la mañana, debo levantarme, no me apetece lo más mínimo ir hoy a clase. Solo me quedan hoy un examen y la entrega de un trabajo, ya que tengo bastantes asignaturas convalidadas, así que espero poder desaparecer al terminarlos.

Me visto con el vestido de flores que metí en la bolsa. Mi intención era volver a casa pronto, pero ahora me parece que es una muy mala idea, no quiero volver, no puedo enfrentarme a Lucas.

Bajo de mala gana a desayunar.

-¡Buenos días Akemi! Siéntate a comer, estoy haciendo huevos revueltos.- Me sonríe Ethan amablemente, hasta que ve mi cara. -¿Te encuentras bien?-

-No demasiado, iré a hacer los exámenes luego me iré a alguna cafetería o algo así.

-Ni hablar, te doy una llave y vienes aquí.- Ethan se mueve a un lado y coge un bolígrafo y un papel, para empezar a garabatear y luego tenderme el papel, el cual acepto y desdoblo para mirar el contenido. -Es la dirección de este piso, así podrás venir en taxi, todos tenemos exámenes y entregas durante toda la mañana, lo siento, pero llamanos en cuanto llegues a casa.- Guardo el papel en el bolsillo exterior de mi mochila.

Empiezo a comer, desganada, los huevos revueltos que Ethan me acaba de preparar, mientras Jayden se sienta a mi lado y algo más tarde baja Jason, completamente despeinado. Las mañanas no son lo suyo.

Tratan de iniciar conversaciones conmigo que apenas duran unos cuantos intercambios de palabras.

Salimos en silencio hacia el aparcamiento, noto las distintas miradas de los tres mosqueteros sobre mi, pero yo solo miro al suelo, no quiero que sepan como estoy.

Aparcamos en el instituto y nos dirigimos cada uno a su clase.

No tengo ganas de ver la cara de Lucas, pero por desgracia para mi, vamos en la misma clase.

Al entrar por la puerta, noto la pesada mirada de Lucas sobre mi, pero evito mirarle y me siento en la primera mesa a la izquierda, que da hacia las ventanas pero en la fila de en medio. Saludo con una sonrisa amigable y fingida a mi nuevo compañero de pupitre, quien me devuelve la sonrisa.

La profesora nos entrega los exámenes, las preguntas empiezan a ponerse borrosas, como si estuvieran desenfocadas, y no puedo centrarme. Sigo notando la mirada de Lucas sobre mi, lo cual no ayuda demasiado a que me centre, solo puedo recordar sus estúpidas palabras.

¿Por qué me afecta tanto? Ni siquiera somos nada.

Ojalá pudiera ser el simple recuerdo que era antes, ese recuerdo que iba desapareciendo, ese recuerdo doloroso, pero olvidado.

Me centro todo lo que puedo y hago el examen lo más rápido posible para entregarlo. Me levanto y camino hasta la mesa de la profesora, extiendo la mano para dejar la hoja sobre la mesa, cuando noto una figura detrás de mí, la cual estira el brazo y deja su hoja sobre la mesa, rozando mi mano en el proceso. Y esas características y peculiares cosquillas, ese ardor, hace que me de cuenta de quién es en cuestión de segundos.

Reconocería ese extraño sentimiento sobre mi piel, porque solo él es capaz de hacerlo.

Me alejo, dándole un empujón para apartarlo de mí, coger mis cosas y huir de la clase para ir a buscar al profesor al que le tengo que entregar el último trabajo, después me podré ir al piso de los tres mosqueteros a volverme una bola y ver películas.

En el nombre de todo lo que odioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora