0

345 15 3
                                    

Recién egresada de la universidad como fisioterapeuta y sin ofertas, sin oportunidades porque según ellos solo soy una pequeña que no cuenta con la suficiente experiencia que ellos necesitaban; claro, si ni siquiera dan la oportunidad de desenvolverse en mi amada carrera.

—¡Rayos!—murmuro, cansada.

Cuando me gradué, pensé que todo sería maravilloso y por supuesto color de rosas; sin embargo, nada de eso ocurrió. Luego de dos meses, búsquedas de trabajo sin control, una relación fallida y aún sin trabajo, me encontraba como siempre; acostada en mi cama, mirando al techo esperando que una oportunidad cayera del cielo.

—Eso no va a pasar—miro a mi madre, que pasa con el cesto de ropa limpia y me mira.

—¿Qué cosa?—La miro confundida.

—Lo que sea que estás esperando.

Ruedo los ojos—no estoy esperando nada.

—Estás esperando que una oportunidad caiga del cielo, ¿me equivoco?—Mira con una ceja levantada.

Chasqueo mi lengua—Touché.

—A menos...

Sabía que mi mamá hablaría con su mejor amiga y haría que su idiota hijo me consiguiera empleo y lo que menos quería era necesitar ayuda de la familia Milne; aun sabiendo que todo el tiempo Zach Wilson me era infiel con la mejor amiga de su madre.

Ni yo me lo podía creer, pero. A quién voy a engañar. Esa mujer le dio lo que yo no le pude dar durante el tiempo que estuvimos juntos. Solo esperaba, que no lo hiciera sufrir; por muy masoquista que suene eso, sigo queriendo el bienestar de las personas sin importar lo que me hicieron.

Masoquista, experiencia o no, no me volvería a enamorar de ningún hombre que sea deportista y mucho menos que sea jugador de fútbol americano, esos están en el primer lugar de mi lista de cosas prohibidas.

—¡Amiga!—Escuchó la voz de Kaylee Messer, seguido del sonido de la puerta siendo cerrada muy fuerte.

—¡Kaylee!—Le regaño, por la manía de estrellar la puerta cada vez que llegaba.

—¿Cómo es que ella...—Respira profundo—olvídalo.

Mi mejor amiga llega corriendo—te tengo buenas noticias—me mira emocionada.

—Hola a ti también Kaylee—Dice mi madre, sarcástica.

—Hola, señora Williams—se gira y se acerca a mí con una sonrisa en los labios—te tengo excelentes noticias.

Me siento en mi cama, con las piernas cruzadas—¿Qué sucede?—Le pregunto una vez que ella se sienta frente a mí.

—Puedo conseguirte un trabajo—su emoción es única, contagiándome de ella.

—¿Qué? ¿Cómo? ¿Dónde?—Pregunto, emocionada.

—Como asistente de un jugador de fútbol americano—toda la emoción que sentía se había esfumado y junto a ella, mi sonrisa.

—¿Bromeas? ¿Cierto?—Al ver, su cara de emoción no lo podía creer.—En verdad no estas bromeando.—Hago una pequeña mueca.

—Jamás bromearía con algo así, podría ser algo temporal, hasta que consigas un trabajo como fisioterapeuta.

Tomo aire—no.

—¿Por qué?—su emoción se desvanece y me mira con su ceño fruncido.

—No y es mi última palabra.

—Pero...¡Señora Williams!—Mira a mi madre, que sigue de pie en el umbral de la puerta.

—No me miren, soy turista—mi madre, se marcha.

Kaylee me mira de nuevo—por favor—sus ojitos me miran suplicantes.

—No y es mi última palabra.

_______________________________________

Hola, mis amores. Aquí les traigo una nueva idea, solo espero que les guste. 

Recuerden comentar y si ven algún error, no olviden marcar. 

Se les quiere y un abrazo enorme.

Amor en la bancaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora