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Definitivamente este no sería mi día, primero me había despertado tarde, segundo mi auto no encendía y le toco a mi mamá traerme al trabajo.

—¿Está es la casa de tu jefe?

—Sí y posible, futuro ex-jefe.

—No seas pesimista cielo, aun estás a tiempo.

—Te amo y gracias de nuevo—beso su mejilla y bajo, ingreso a la casa cerrando la puerta.

—¿Y esta quién es, cielo?—Escucho una voz femenina.

Me giro y veo a la castaña despampánate sentada en el sofá con Jimmy—Es mi asistente.

El momento estaba siendo muy incómodo, pues, aquella mujer me miraba con cara de poco amigos—¿Y dejas que se vista de esa forma?

—Joan, solo lleva un uniforme. Que, por cierto, ¿desde cuándo usas uniforme?

—Desde que aceptaste mi ayuda con tu hombro.

—Cierto—se levanta del sofá—Joan, ella es Chloe...

—De Santis—digo, sonriendo.

Aquella mujer se acerca a mi—Chloe, ella es Joan Smalls...

—Soy su novia—me extiende su mano con una sonrisa en sus labios.

Yo estrecho mi mano con la suya—un gusto.

—Digo lo mismo—soltamos nuestras manos—¿Podemos comenzar o si quieres puedo esperar un momento?

—Hablaré con Joan primero.

—Claro, yo iré a la cocina a preparar unas cosas.

Asiente con su cabeza y yo ingreso a la cocina, donde coloco a hervir un poco de agua—¿Qué intentas?

Miro a la mujer, que me mira con una sonrisa—¿Disculpe?

—¿Desde cuándo eres la terapeuta física de mi novio?

—Yo...am...le ofrecí ayudarle...

—No, tu solo vienes a ser su asistente no su fisioterapeuta, él ya tiene una y es una buena amiga mía.

—Joan, suficiente.

—Oh, hola, cielo, solo estaba hablando con...ella.

Suspira—¿No tenías una entrevista?

—Cierto—Besa sus labios, al principio me sentí un poco rara, pues, por un momento comenzaba a extrañar lo que sentía con Zach; pero, ellos solo se fijarían en mujeres como Joan y cualquier top model con cuerpo operado.

—Estoy listo—le miro, regresando a la realidad.

Lo miro—¿hace cuánto estás ahí?

—El tiempo suficiente, lamento lo de Joan, ella suele ser un poco...

—No hay problema, entiendo.

—¿Por dónde comenzamos?

Sonrío—puede sentarse en una silla y quitarte la camisa.

—Al menos, espera a la segunda cita, ¿no?—Me dice, bromeando.

Siento mis mejillas arder—no...no es para nada malo.

La risa de Jimmy se escucha, haciendo que me dé más vergüenza—lo sé, no debes preocuparte.—Se quita la camisa y me giro, para darle privacidad. Pero, al darme de nuevo la vuelta, veo su torso tonificado.—Tus ojos en mi cara.

Mis mejillas vuelven arder—te odio.

Su risa se escucha—Es una frase que ustedes usan, debo decir que es la primera vez que la digo.

Amor en la bancaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora