9

131 8 0
                                    

Digamos que esa tarde nada cambio entre nosotros, Jim seguía extraño como si le hubiera dicho algo que no le gusto o si solo me estuviera evitando, incluso no quería que me acercará a él y ahora estábamos con su familia sentados frente a nuestros platos y ninguno decía nada.

—Y dime Chloé—habla el señor —¿hace cuánto te graduaste?

—Hace, cuatro meses para ser exactos.

—Vaya—dice Billy.

—Tu madre debe estar muy orgullosa de ti—dice la señora Denise muy feliz.

—Así es—sonrío.

—Aún recuerdo cuando mis tres de mis cuatro bebitos...

—Mamá—todos comenzaron a hablar—no nos avergüences delante de la visita—dice el mayor de los hermanos Garoppolo.

—No es mi culpa ser una mamá orgullosa de sus pequeños.

—Gracias a Dios no vino mi novia—dice Billy.

Yo solo reía, hacía muchísimo tiempo que no estaba en una cena familiar donde estuviéramos todos sentados conversando como si nos conociéramos de toda la vida.

Les observo con una sonrisa en mis labios y recuerdo la vez que estuve con mis padres sentados comiendo juntos y luego al siguiente ya nada volvió a ser lo que era.

—¿Estás bien querida? —Pregunta la señora Denise, haciendo que regrese a la realidad.

—Sí, claro. Estoy bien.

La conversación era cada vez más fluida y no tenía que sacarles las palabras como a Jimmy en las últimas horas. En verdad me estaba divirtiendo muchísimo porque todos me tratan como una integrante más de la familia y me gusta.

Y aunque al principio estaba nerviosa, porque de cierto modo Jimmy es mi jefe, no quería arruinar las cosas porque terminaría despedida; aunque quisiera renunciar el dinero me tenía atrapada.

Camino hacía la cocina, en donde al abrir la puerta, dos voces masculinas me detienen—A mamá le agrada.

—A mamá le agrada cualquier chica que traigamos a casa.

Por un momento me sentí muy, pero muy incómoda—no es cierto, Jimmy, la primera vez que trajiste a Pam...

—Eso fue en la escuela.

—Exacto, mamá tiene un instinto que le dijo que no iban a tener una relación muy larga y mira lo que paso.

—Al punto.

—Que, si te gusta, deberías ir por ella.

—No me gusta.

Eso era lo que necesitaba para entender todo, quizás fui tan obvia que hizo que se diera cuenta de que estaba muriendo por él, quizás, no debí aceptar este trabajo desde el inicio.

—¿Querida? ¿Está todo bien?

—Sí, claro—la puerta se abre y deja ver a Tony y a Jimmy.

—Lo siento, iba por un poco de agua.

—Claro, es todo tuyo—dice Tony con una sonrisa en sus labios.

Después de aquel vergonzoso incidente, nos despedimos y comenzamos nuestro viaje de regreso a casa. Durante el trayecto como era de esperarse, ninguno dijo nada y no me sorprendí—¿qué sucede?—Le pregunto, ya sabiendo la respuesta a eso.

—¿Por qué lo dices?

—Porque estás extraño y sinceramente me canse de tener que preguntarte para que puedas hablar.

Amor en la bancaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora