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—¿Por qué demonios hiciste eso?—Le grito a Kaylee, miro a las personas que estaban a mí alrededor y me observaban.—Lo siento, es mi hermana, tiene una hija y la dejo en un internado—digo mintiendo y con la mayor de las vergüenzas vuelvo a la conversación con mi mejor amiga.

—Porque, se veía tan lindo y tan tierno que me dio tristeza dejarlo ahí de pie.

—¡Por Dios!

—Eres la única persona que, en menos de dos minutos, mencionas al bien y al mal.

—No desvíes el tema, ¿te das cuenta de lo que hiciste?

—Bueno ya, ni que fuera a dejar todo por ir detrás de ti. No creo que esté tan enamorado.

Suspiro—tienes razón, fue bueno venir.

—¿Cómo estás por allá?

—Extraño San Francisco, pero creo que cambiar de aires fue bueno, además quería ver a mi prima.

—Saludos a Alessia, pronto las visitaré.

—Te espero, te adoro.

—Y yo a ti, tonta. Si te consigues un novio, procura que tenga hermano; para que me lo presentes.

Me río y ruedo los ojos—adiós.

Al colgar, regreso al departamento que comparto con mi prima y su mejor amigo, quien, al verme, me mira con los brazos cruzados—¿Algo que decir Chloe?

—¿De qué hablas, Carter?

Sonríe divertido—solo quería ver tu cara, por cierto, ¿Qué tal estuvo tu primer día?

Suspiro—muy tranquilo, abrir tu propio consultorio no es sencillo.

—Debiste aceptar la ayuda del jugador.

Miro a mi primo—ya hablamos de eso Carter y no lo voy hacer.

Suspira—está bien, está bien, solo soy el mensajero.

—¿Y Alina?

Eleva los hombros—dijo que tendría una cita, ya sabes cómo es, se enamora y al día siguiente está llorando.

—No te burles de tu mejor amiga, no todos somos superdotados con cuerpo escultural y cara bonita.

Carter, se comienza a reír—Eso no tiene nada que ver, mi consejo es: no te enamores, porque si lo haces, pierdes.

Suspiro—y yo perdí.

—Como no enamorarse del italiano, si derrocha pasión hasta cuando suda.

—¡Por Dios! Es...es mi ex amigo.

Rueda los ojos—eso no le quita lo comestible—dice, sonriendo.

—No es...

—A ver niégalo.—Me mira con una sonrisa en sus labios y una ceja levantada.

—¿Por qué estamos hablando del pasado?

—Tu comenzaste.

En ese momento la puerta se abre, dejando ver a Alina; triste—Odio a los hombres.

—¿Ahora que hicieron?

—Me dejo plantada.

Carter frunce el ceño—¿Por qué?

—Porque según, le daban miedo las mujeres como yo.

—¿Qué? Espera, ¿Por qué lo dijo? —Pregunto, confundida.

—No lo sé, no quiero pensar en citas hasta el mes entrante—Se levanta del sofá la castaña y se va.

Miro a Carter—¿tuviste algo que ver?—Susurro. —Él eleva las manos con una sonrisa en sus labios—debes decirle que le gustas.

Amor en la bancaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora