Flores, pasteles y más flores.

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—Misión cumplida, jefe. —dijo Koko al teléfono, mientras conducía su vehículo por la autopista.

—Bien, ahora dejaremos que los medios den la noticia y las bandas inferiores tengan el respeto que corresponda por Bonten. —La sonrisa de Sanzu Haruchiyo era genuina ante la noticia de que Ran había sido eliminado—. ¡Ah! Por cierto, la próxima semana se hará una gran fiesta y estás invitado, es en uno de los clubes KantoKai, el principal. Ya arrendamos todo.

—¿Qué se celebra?

—El cumpleaños del rey, de otra manera no sería una celebración tan glamorosa, puedes venir acompañado si lo deseas.

—Acomodaré mi agenda para asistir.


Bokoi lloraba, sentía que desahogaba un nudo en su garganta, pero inmediatamente volvía otro. Eran las cuatro de la mañana y la sala del hospital estaba casi vacía, había avisado a Rin sobre lo ocurrido a su hermano, pero Rin ni siquiera había contestado el mensaje a pesar de haberlo visto. Ella se sentía dentro de una pesadilla, como en una tortura constante al escuchar la puerta del pasillo que dirigía al pabellón de urgencias. Era su pánico a ver a un doctor acercarse y darle la peor noticia que podía recibir.

Ran había conseguido tomar su celular, a duras penas y marcó el número de Bokoi, solo pudo susurrar S.O.S y se dejó caer. Bokoi, comprendiendo inmediatamente, llamó a una ambulancia, sin siquiera saber qué sucedía y ella misma fue a su hogar. Cuando llegó, vio que lo estaban sacando en una camilla, inconsciente.

A eso de las diez de la mañana se asomó un doctor y se acercó a Bokoi. La regordeta mujer, por primera vez no hubiese querido aceptar ningún alimento ante aquella sensación de miedo. Le temblaron las piernas y ante lo que le dijo el profesional, sus lágrimas siguieron cayendo...

Al medio día, en el mundo de las bandas delictuales ya corría el rumor de la muerte de Ran. Su hermano, si bien no imaginaba que llegaría a suceder eso, intentó justificarse a sí mismo con la idea de que Ran lo había traicionado. El mismo mensaje llegó a Taiju. Estaba firmando unos documentos cuando se enteró y tuvo que dejar todo de lado. Al principio le costó creerlo, pero fue Wakasa quien se lo informó, por lo tanto, no podía ser una broma. Se preguntó quién habría sido, la primera persona que se le fue a la mente fue Rin. Luego Ima, aunque no la creía capaz de matar a nadie. Le parecía una locura haber estado conversando sobre negocios con Ran hacía tan poco tiempo y que de pronto le avisaran que estaba muerto. Se le revolvía el estómago. Después de unas horas, le pidió a Wakasa que averiguara dónde sería el velatorio y el funeral. Recién al día siguiente, el informante le contestó que por el estado en el que quedó, lo incinerarían y no se haría ninguna especie de despedida.


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Taiju Shiba - Un santo entre siete pecadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora