Los siete pecados revelados

59 5 3
                                    


—¿Sigues pensando que estás enamorada de Taiju? —Preguntó Ran a Ima una vez que se fueron a la oficina y se asearon

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—¿Sigues pensando que estás enamorada de Taiju? —Preguntó Ran a Ima una vez que se fueron a la oficina y se asearon. Ella bajó la cabeza, un poco avergonzada. La realidad era que estaba aún más confundida en sus sentimientos. —¿No sería mejor que fueras a terapia y luego decidas?

—Tal vez tengas razón.

—Conozco buenos especialistas, yo también creo que debo volver a terapia.

—¿Por... tus celos?

—Sí, me cuesta mucho controlarme.

—¿Qué va a pasar con Taiju? —preguntó ella tímidamente. —Ran se rascó la nuca al oír eso, suspiró y contestó:

—Veré la manera de llegar a un acuerdo con él.

—¿Puedo verlo?

—No. Bueno, por ahora prefiero que no lo veas. Mejor anda a tu casa y después hablamos ¿Sí?

—Está bien. —la voz de Ima sonaba algo triste, y esperó de pie frente a Ran antes de irse.

—¿Qué pasa? —consultó él, fríamente. 

—¿Me das un beso? —La sonrisa nasal de Ran sonó algo burlesca, pero aún así, le tomó la cara a Ima, se inclinó un poco y besó sus labios. Ella sonrió y se fue del lugar.

Taiju seguía en un estado casi depresivo, amarrado a la silla cuando entró Ran en la habitación.

—Lamento que tuvieras que ver todo eso, no me agrada que me vean en la intimidad, pero creo que era necesario. —Tomó una silla Ran y se sentó frente a Taiju—. ¿O te tentó la idea de hacer un trío? —Encendió un cigarrillo.

—¿Qué quieres, Ran? —preguntó Shiba, cansado de todo.

—¿Qué podría querer yo de ti, Shiba?

            —Algo debes querer de mí, si no, no me tendrías atado a esta silla

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—Algo debes querer de mí, si no, no me tendrías atado a esta silla. —Ran fumó un par de veces sin dejar de mirar a Taiju. Se preguntaba cómo una persona que se decía tan religiosa podía cometer todos los pecados que profesaba rechazar. Luego se acomodó en la silla poniendo una pierna doblada sobre la otra.

Taiju Shiba - Un santo entre siete pecadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora