Traspasé el portón de metal que se encontraba abierto todos los días a esa
hora y me enfrente a todas mis pesadillas hechas de ladrillo rojo. El instituto era un verdadero infierno, gracias a dios que hoy era el último día de clases y por fin me daban las notas.
Mi mejor amiga se había ido de vacaciones una semana antes así que tuve que ir a clase todos estos días sola, ¡y nadie me había dirigido la palabra! si es que todos eran idiotas superficiales.
Caminé por los pasillos con la mirada gacha en mis zapatos converses, hasta finalmente llegar a mi clase, cuarto B.
Todos los alumnos estaban frenéticos delante de la mesa de la profesora que parecía un poco asustada dando los temidos papeles amarillentos.
Diez minutos después me entregó mi papel, mis ojos leyeron fila por fila bajando y cuando terminé en mi boca de formó una gran sonrisa,
¡Todo sobresaliente! en mi vida había sacado tan buena nota en un boletín.
Caminé alegremente hasta mi casa, donde vivía con mi tía Laura, ya que mis padres murieron en un accidente de automóvil y yo me quedé con ella, que era como una madre para mi.
Cuando entré en casa dejé las notas encima del recibidor y miré en el salón y en la cocina para ver donde estaba.
-¿Tía? ¿Estas en casa?-grité para que me oyera, pero no recibí respuesta.
Subí al segundo piso, y oí el sonido de la ducha en la habitación de invitados, ¿que hacía mi tía duchándose ahí cuando tenía su propio baño en su habitación? entré y la esperé rodando en la silla del escritorio, hasta que salió. O mi tía se había transformado en un hombre, o alguien desconocido salía del baño solo con una toalla en la cintura.
¡HAY DIOS! tenía tatuajes en los brazos, ¿y si era un ladrón? ¿o un un violador? tomé lo primero que vi encima del escritorio y de espaldas a él, le puse la boca de la botella de agua en la espalda, apretando como si fuera una pistola, lo había visto anteriormente en la televisión y sabía que funcionaría, el chico se tensó al instante.
-Levanta las manos y no hagas ningún movimiento o estas muerto.-Le dije con firmeza, intentando que el miedo no traspasara en mi voz.
-¿Quién eres?-Preguntó alzando las manos.
-Eso debería preguntártelo yo, que estas haciendo en mi casa?-Le pregunté
aún sin mover ''la pistola'' de su espalda.
-Me voy a quedar aquí en el verano, conozco a Laura.
Y después de decir eso giró sobre sus talones y me estampo contra la pared, cogiendo mis brazos con una sola mano y levantándolas por encima de mi cabeza, inmovilizándome. Yo grité asustada y quedé atrapada en sus ojos, de un verde intenso, hipnotizandote. Su pelo mojado era castaño y varios mechones caían por su frente, dándole un aspecto sexy. ¡Era guapísimo!.
Cuando salí de mi aturdimiento, descubrí que el tipo que me tenía agarrada se reía a carcajada limpia.
-¿En serio, me engañaste con una simple botella de agua?-Rió.-¡Pensé que
era una pistola de verdad!
-Sigo sin saber quién eres.-Le dije cortante.
Me miró de pies a cabeza lentamente, y una media sonrisa se formó en su
boca. Me puse más nerviosa de lo que estaba
-Soy Marcus, el hijo de la mejor amiga de Laura.-Dijo aun sin soltarme.-¿Y tu?
-¿Me podrías soltar?-Le gruñí, esto me parecía irreal.
Me soltó y me fijé en los músculos de su estomago, sonrojandome
inconscientemente.
-¿Te gusta lo que ves?-Dijo el muy creído.
-N..no.-Dije mirando para otro lado avergonzada.
-¿Y por que tartamudeas?-Dijo acercándose lentamente hacía mi, yo retrocedí.
-¡Quieres parar ya!-Le grité como loca y salí corriendo de allí.
Dios dame paciencia, por que cojo una pistola de verdad y lo mato.
Tía Laura apareció por la puerta con bolsas del supermercado y me miró
sonriente.
-Hola Hannah.
-¡¿Por que no me dijiste que vendría un chico a casa?!
-¿Como estas? yo bien gracias por preguntar ¿y tu?-Se hizo la graciosa. Puse
los ojos en blanco.
-¿Quién es Marcus , y que hace en nuestra casa?
-El hijo de Rebbeca, que por trabajo se ha tenído que ir a Londres y me pidió si Marcus podía quedarse aquí, así que yo le dije que si y aquí estamos.
-¿Y no sabes avisarme? Pasamos a la cocina.
-Se me olvidó mencionártelo, ¿sucedió algo?
-Nada, solo que me amenazó con matarme, con una pistola improvisada.-dijo el imbécil detrás de mi riendo. Su risa era hermosa. ¡No! ¡Hannah no pienses eso!
Mi tía se puso a reír como loca ¿estamos todos locos o que?
-¿Que pistola improvisada?-Preguntó cuando se calmó.
-Una botella de agua, realmente me lo creí.-Contestó él.
-Ya vale, no?-Dije con irritación.
-¿Ya has instalado tus cosas?-Le preguntó a Marcus.
-Sí, la habitación me encanta, es mucho más grande que la de mi casa.
-Entonces bien.-Dijo sonriendo mi tía.- Venga poned la mesa que hoy
comeremos macarrones.
Una vez puesta la mesa, Marcus se sentó a mi lado, y yo lo miré con odio.
-Tía, ¿no se puede quedar en otro lugar?
-Pues claro que no, no digas tonterías.-Me regañó con la mirada.
Ellos se pusieron a hablar y sentí una mano ponerse en mi rodilla. Me tensé y miré sorprendida a Harry que seguía hablando con mi tía como si tal cosa. La mano seguía subiendo hasta llegar por debajo de mi falda y me puse roja como un tomate, la cogí y intenté apartarla pero cuando me apretó el muslo di un gritito y me atraganté con los macarrones.
Comencé a toser.
-¿Hannah, estas bien?-Dijo preocupada mi tía Laura.
Marcus soltó una sonora carcajada y gracias a dios quitó su mano de mi pierna.
-Sí, sabes, se me ha quitado el hambre, guardalos para la noche.-Dije
cabreada y subí con paso furioso las escaleras.
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El chico que vive en mi casa.
RomanceHannah es una chica de quince años divertida, competitiva y un poco inocente, que vive con su tía. Un día, se encuentra una sorpresa en su casa, un tal Marcus, que viene a pasar el verano con ellas por problemas familiares. Él tiene dieciocho años...