·Narra Hannah·
Un fuerte martilleo sonaba en mi cabeza, repitiendo el mismo sonido una y
otra vez, aún con los ojos cerrados, oía todo el doble de fuerte, mi tía con las cacerolas, los coches de la carretera, los latidos de mi corazón, y una
respiración pausada a mi lado.
Abrí los ojos asustada, mirando a la persona que estaba a mi lado. Suspiré, joder que susto. Marcus dormía plácidamente a mi lado, con su cabeza en mi estomago y abrazándome con un brazo, su cara era tan angelical... algo que no aparentaba cuando se enfadaba conmigo, o cuando me miraba con esa cara pervertida que él tan bien sabía poner.
Mi cabeza fue reproduciendo los sucesos de ayer por la noche, me vi a mi
bebiendo, borracha, luego a un chico, después él y yo en el baño, Marcus
dándole una paliza... y después nada, solo un borrón. Puto alcohol.
¿Pero que coño hacía él en mi cama?
En el suelo, al lado de la cama, había una cubeta llena de agua, con un paño dentro. Y ahí me di cuenta de mi cara sudada, había tenido fiebre, y Marcus me había estado cuidando toda la noche. Me lo quedé mirando, y pensé en todas las cosas que había hecho por mi, salvarme del hijo de puta ese, cuidarme...
-Eh Marc.-Le di con mi dedo en su brazo.
Nada, el tío no se levantaba. Sonreí maliciosamente y me incliné hacia él hasta que mis labios rozaron su oreja derecha.
-¡Levántate idiota!- le grité al oído provocando que abriese los ojos de par en par y se levantara sorprendido.
Analizó la situación y se me quedó mirando fulminándome con la mirada.
-Buenos días a ti también.-Gruñó volviéndose a acostar.-Por cierto... ¿no me tienes nada que decir?-Susurró contra la almohada muerto de sueño.
-No, la verdad es que no.-No iba a darle las gracias, aún no.
Murmuró algo que no entendí y volvió a dormirse como si nada.
Bajé a desayunar, o mejor dicho a comer ya que eran las dos de la tarde, tía Laura estaba en la cocina cocinando algo extraño.
-Buenos días.-La besé en la mejilla.-¿Que cocinas?
-He encontrado una receta que se ve deliciosa, mira.
Me señaló la página que estaba encima de la mesa, ponía: Risotto con setas.
-¿Estas segura de que sabrás prepararlo...?-Pregunté preocupada, mi tía no era muy de cocinar, y menos con una receta tan dificíl de preparar.
-¡Claro que si! y ahora no me molestes, que me desconcentras.
Bufé, que maja ella.
-Oye dile a Marcus que venga ya, que esto ya esta casi.-Dijo sonriendo
orgullosa de si misma.
-Okey...
Cuando subí, me encontré con una escena de lo más arrebatadora, Marcus
estaba fuera en el balcón de mi habitación, semi-desnudo, tan solo llevaba
unos boxers negros, mi mirada se fue directamente a ese culo, dioses...
¿como alguien podía ser tan perfecto?.
-Soy sexy eh.-Se giró sonriendo de lado, mierda, ¡me había pillado mirándole el culo, ¡que vergüenza!
-No te estaba mirando...-Miento inútilmente. Mi mirada va hacía su mano, en la cual tiene un cigarrillo.-No puedes fumar en mi habitación.
-Técnicamente no estoy en tu habitación.
-Tíralo.-Le ordené.
-Ven y quitamelo.-Dijo riéndose el muy descarado.
Voy con paso decidido hasta ponerme delante de él, lo desafio con la mirada y levanto la mano para coger el cigarrillo, pero la situación da un giro inesperado cuando en un abrir y cerrar de ojos suelta el cigarro, y me coge los brazos para que no me pueda mover del sitio.
Expulsa el humo en mi cara, nuestros rostros estaban a centímetros, y mi
mirada cae en sus labios, cosa que no puedo evitar.
-¿Quieres besarme?- Preguntó bruscamente, al darse cuenta de que lo
estaba viendo.
-¿Eres idiota?- respondo molesta y avergonzada, bajando la mirada al suelo. Agarra mi mentón con una sonrisa y se acerca peligrosamente, me atrevía a decir que nuestros labios tan solo estaban a un centímetro de distancia cuando susurró sobre mi boca:
-Si lo que quieres es besarme, hazlo.-Su voz sonaba tan...seductora y
jodidamente sexy...
Lo empujé molesta, rezando para que mis mejillas no se tiñesen de rojo.
-Tío, eres un cerdo.- contesté antes de alejarme de él.
Me metí dentro de mi habitación y lo dejé fuera. Segundos después, cuando intentó abrir la puerta se dio cuenta de que la había cerrado con llave desde dentro.
-¡Idiota! Ábreme la puerta.
-Ni hablar.
-Voy a llamar a Laura.- gritó para que lo escuchase.- Si no abres te va a reñir.
Abrí la puerta inmediatamente, temiendo que lo que dijese fuese cierto, y
Marcus entró sin problemas. Ni siquiera tenía un puto móvil en la mano.
-Eres un mentiroso.- le dije mientras cerraba la puerta, admitiendo mi derrota.
-Lo sé.- contestó con una sonrisa arrogante.
Bajamos a comer, el risotto tenía buena pinta, pero como dice el dicho: todo lo que brilla no es oro, la pobre había hecho todo lo que había podido, pero el risotto sabía fatal.
-Que, ¿esta bueno?-Pregunto con esperanza.
Yo solo quería escupir lo que tenía en la boca.
-Sí.-Tragué con dificultad.
Miré a Marcus, que tenía la misma cara de asco que yo, pero tampoco dijo
nada.
-Bueno chicos, me voy a trabajar, disfrutad de la comida.-Nos besó la cabeza a los dos y se fue.
Escupimos en el plato lo que teníamos en la boca y se me quedó mirando.
-¿Qué?-Pregunté con desconfianza.Puso cara de cachorrito.
-¿Cocinas?
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El chico que vive en mi casa.
RomanceHannah es una chica de quince años divertida, competitiva y un poco inocente, que vive con su tía. Un día, se encuentra una sorpresa en su casa, un tal Marcus, que viene a pasar el verano con ellas por problemas familiares. Él tiene dieciocho años...