espadas nichirin

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Mi mirada se posó en los demás participantes, eran demasiados, esto le hizo recordar ligeramente a un battle royale.

La diferencia era que no habíamos a luchar entre nosotros.

La breve imagen de un tipo con una diadema y una espada gigante apareció junto con la palabra niebla.

Taradeo una melodía suave, familiar y desconocida a la vez, aunque, lo hacía sentir más relajado.

Levemente frunció el ceño al no poder recordar de dónde había escuchado aquella melodía.

Ese era uno de los problemas que tenía al haber "reencarnado", sus recuerdos tenían una que otra falla, muy vagamente podía recordar su antiguo rostro, por otro lado su nombre le era imposible recordar, sabía que antes de morir poseía otro nombre junto con un apellido que muchos adultos decían mal, algo de una "H" o algo así.

Lo que más recordaba era que murió por un puto piano entre todas las cosas, enserio, ¿quien se le ocurrió la brillante idea de dejarlo caer?

Apartando esos pensamientos por el momento.

Empezó la bienvenida a la selección final, dos gemelas, aunque con colores de ropa y pelo al contrario de la otra, explicaron los rangos y el como debíamos sobrevivir una semana entera en un bosque plagado de demonios listos para devorar a quien vean.

¿A quién se le ocurrió esto? básicamente cualquiera de nosotros puede ser tomado por sorpresa o ser superado en número fácilmente, ¡Nos están mandado a una muerte casi segura a todos nosotros!

Mi expresión dudosa se ocultó debajo de la máscara de zorro que urokodaki me dio.

Respirando hondo, me preparé mentalmente para esto, dando el primer paso, empecé a adentrarme al bosque, escondiendo me y atacando de forma silenciosa.

Pasaron minutos, los minutos se volvieron horas y de horas pasaron días.

Los demonios en más de una ocasión le intentaron dar un mordisco.

"Quédate quieto maldita lagartija!!" Grito enfurecido el ser pálido, intentando clavarle sus uñas al joven enmascarado, el cual las evadia con cuidado. "Vamos solo será un bocadito nada más!"

"Aunque sea invitarme un café primero ¿no?" Pregunto con diversión, para acto seguido lanzar un rapido corte que decapitó al demonio frente a él.

Haaa... chistes, como los amaba, era su anti estrés favorito, aunque algunos de los que decía eran malos, no le importaba.

Caminando hasta la salida, pude divisar a los demás participantes, bueno... mejor dicho los pocos participantes que quedaban.

Eramos un máximo de 7 contándome a mismo.

¿Los otros?

Probablemente muertos.

"Ahora" dijo una de las niñas, captando nuestra atención "deberán de elegir el material que quieren que sea su espada" dijo, para acto seguido su gemela mostrar los metales en bruto.

Lentamente nos acercamos, tomando cada uno un metal, examinando, probando su peso y dureza, algunos les convenció el primero que agarraron, otros, solo negaron con la cabeza y dejaron el metal en su lugar.

Tomo su tiempo, fue difícil elegir entre tantos metales, pero al final lo hice.

Una vez ya cumplida la elección del metal.

Se nos fue asignado un cuervo parlanchín a cada uno.

Seré sincero, me tomo por sorpresa, pensé que habíamos a usarlos como aves mensajeras, ya sabes, atas una nota a su pata y la mandas a volar a su destino.

No pensé que pudiesen hablar el idioma humano.

Un recuerdo vino rápidamente, algo de que los cuervos eran aves inteligentes y algo de cuervos blancos muy rara vez vistos.

Sacudiendo mi cabeza, mire al cuervo que se me fue asignado, posado en mi hombro.

Su nombre es sero, demasiado hablador, plumas azabaches por todo su cuerpo.

Una vez acabada esta selección final, a cada uno nos tocó volver con nuestros maestros.

Pasando por un charco mire la ropa que se me fue dada para esta prueba.

La vestimenta celeste y la mascara fueron fácilmente reflejados, miro por unos momentos su reflejo, recordando el como llegó hasta aquí, dándole inspiración a continuar.

Otro recuerdo apareció.

¡Mirar tu reflejo te lleno de determinación!

Casi pudo escuchar un pequeño sonido de una pequeña campana.

Apartando la mirada, seguí mi camino.

Horas más tarde

Abriendo la puerta corrediza, entre y cerré la puerta.

"Eh regresado, maestro urokodaki"

"Johan, me alegra verte" dijo el viejo canoso, alivio y alegría llenado su voz.

Levante levemente una ceja, pero decidí pasarlo por alto.

La puerta detrás de mi se abrió, mostrando a un agotado tanjiro mamado, digo digo kamado.

Sus ojos rojizos se abrieron hasta no más poder, alegría desbordando del joven de 13 años.

"Johan san! Has vuelto!" Dijo alegremente.

"¿No serás de casualidad capitán obvio?" Cuestione, mirando como el joven se avergonzaba un poco. "Es broma, ven para acá!"

Jale al joven kamado en un abrazo, casi como lo haría un hermano mayor, casi.

La noche pasó rápido, comimos y hablamos de forma animada.

Me enteré de que nezuko había entrado en un sueño que duraría quien sabe cuánto.

El recuerdo de un cuento vino a mi mente, de una princesa que fue sumergida en un profundo sueño de 100 años, hasta que su verdadero amor le diera un beso para romper el hechizo.

O alguna cosa así, sinceramente no le interesaba mucho ese recuerdo.

Días más tarde:

Al fin había llegado mi katana, traída por un Herrero enmascarado.

Tome con cuidado la empuñadura, examinado el peso, casi doy un brinco de sorpresa al ver como la hoja se volvía de un azul oscuro.

Se me explico que era algo normal.

El tiempo pasó rápido y en unos días iniciaría con mi viaje independiente al mundo exterior, donde literalmente los peligros acechan entre las sombras.

Siento nervios, no sabia si viviría lo suficiente para responder mi duda de hace varias noches atrás.

Sin duda, habría dolores físicos, pero en fin, solo espero ver al joven mamado, digo digo, el joven kamado transformado en un cazador, aunque también esperaba que esa simpatía hacia los demonios que tanjiro aún poseía se fuera desvaneciendo poco a poco.

Realmente, realmente le sorprendió el como este niño no se dejaba cegar por su ira y deseos de venganza.

Casi como yo, aunque, la ira aun permanecía allí y también algunos deseos de justicia que le joven quería reclamar a muzan...

CONTINUARÁ...

yo en kimetsu no yaiba Donde viven las historias. Descúbrelo ahora