Dragon's Storm

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Solitario. Así es como Kagami describiría su vida con una sola palabra si se lo preguntarán. Nunca tuvo amigos. Su madre le dijo que no podía permitirse confiar en la gente fácilmente, y así lo hizo. Sus enseñanzas desde joven la guiaron por el buen camino, pero a veces, la soledad era demasiado.

Desde que su padre murió, a la edad de los seis años, Kagami sentía como si no tuviera rumbo y fue solitario. Las únicas personas que tenía en su vida eran su madre y su abuelo, no dejo a nadie más entrar en su corazón, al igual que su madre, no quería que la apuñalaran por la espalda.

Pero todavía guardo ese anehelo de tener amigos. Una ilusión frágil de un sueño gentil que tenía miedo de hacer añicos y que desde niña se había aferrado con esperanza.

Pero gente era desconfiada, los pocos que se acercaron a Kagami cuándo comenzó en una escuela privada al llegar a los trece se habían alejado rápido, casi sin esfuerzo ante sus paredes y barreras que no dejaron entrar a nadie.

Aunque tampoco es como si supiera mucho de la interacción social. Su educación nunca estuvo en una escuela, si no en su hogar, donde le inculcaron los valores de su familia.

Monótono, repetitivo, lo poco que cambió fueron los eventos que estuvo con su familia como hija de Tsurugi Tomoe y nieta de Takeshi Tsurugi, patriarca y líder de su clan. Aun así, no sacudió ni un poco el corazón de Tsurugi.

Hasta que se mudaron a París.

Kagami estudiaría en Bella Rose, pero tendría clases de esgrima en Francoise Dupont si lograba aprobar las pruebas.

Lo puso a prueba y resulto que el, a diferencia del resto del alumnado, fue mejor que nadie y rivalizo con sus propias habilidades de esgrima. Algo nuevo, algo que pocas veces impresionaba a Kagami y abrió paso a una emoción extraña en su corazón con el desafió que resulto ser el hijo de Gabriel. Ella aceptó el reto y lucho contra él, chocaron sables y se movieron en sincronía, uno tratando de tocar un punto en el otro mientras evitaban ceder ante la derrota.

Y luego… Ambos conectaron puntos.

Pero ninguno supo quien gano. Fue entonces que Kagami solo miro a la única espectadora presente en el área, una chica de coletas de cabello azabache y ojos azules que estaba parada en medio de la puerta.

Prácticamente le exigió quién había ganado. Sus habilidades y todo su entrenamiento debían estar por encima de cualquiera, no podía permitirse una decepción, no a ella, no a su madre.

Solo basto con una incoherencia y un nombre para decidir el ganador, una cosa fue segura, no fue ella. La derrota nunca se sintió tan humillante en ese momento.

Aun así, se tragó su orgullo y lo acepto, porque ella reconocía a los oponentes fuertes, fue lo que su padre le enseño.

“No importa como haya sucedido, Kagami, al enfrentar una derrota, debes reconocer a quienes son más fuertes que tu y demostrarles tu respeto, de esa forma, tu espíritu se volverá más fuerte.”

O al menos eso quería recordar. Para su madre, no hubo segundas oportunidades en su familia.

No perdió tiempo, simplemente se fue, con la cabeza en alto, pero sintiéndose frustrada por perder, ignoró cualquier intento del hijo de Gabriel de acercarse a ella. No valía la pena, no quería recibir la lástima de nadie.

Recordó estar en el auto en dirección a su mansión cuándo sintió un extraño impulso en su ser. No supo como describirlo, pero solo sabía que sus emociones estaban desbordándose a un punto que fue incontrolable antes de que todo se desvaneciera para ella.

Fue así por un tiempo, solo sintió emociones vagas y destellos de imágenes confusas, no estuvo segura de que estaba pasando; su consciencia iba y venía, desvaneciéndose a través de todo el poder que la abrumaba, pero de una cosa estaba segura, ella no tenía el control.

Brillant Sparkle: Side StoriesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora