Parte 1 Capitulo V

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En esos tiempos tus pesadillas eran frecuentes. Cada noche despertabas asustada, empapada en sudor y siempre creí que en algún momento te daría un paro cardíaco. Llorabas, temblabas y siempre tu cuerpo siendo tan tibio, estaba congelado....Pero no estuviste sola. Siempre estuve ahí, a veces viviendo tus pesadillas que al final resultaron ser recuerdos. Me alegro de haber estado ahí. Siempre lograba calmarte hasta el grado de que siempre caías dormida en mi pecho....y en un modo sentía que era mi forma de compensarte por todo el tiempo que no pude estar para ti cuando más lo necesitabas.




—¡No, no por favor!

Abrí los ojos al escuchar aquellas súplicas. Estoy rodeado de árboles caídos y un bosque destruido....parecía que veinte tornados habían arrasado con el lugar. Miré al cielo que empezaba a cubrirse de tonos azules oscuros y las estrellas comenzaban a brillar, el viento comenzó a soplar, aullaba y hacia que los árboles azotaran su follaje unos contra otros, era como si el mismo bosque acompañará en su dolor a los llantos y súplicas de aquella persona que estaba no muy lejos de donde estaba yo.

Empecé a seguir el rastro de destrucción que formaba un camino. Ya no había árboles, siquiera pasto, todo había salido volando como si una bomba hubiese explotado. Aún así el ambiente era extraño....me sentía presente y al mismo tiempo sentía que si tocaba algo iba a desaparecer.

Mientras camino, los llantos se hacen más y más fuertes, hasta que hubo silencio, todo se quedó callado como si el tiempo se hubiese detenido, pero no era un silencio de esos que traen alivio, era uno de esos silencios que te incomodan y te alertan para algo peor.

Y lo escuché.....escuché lo que jamás se borrará de mi memoria y hasta la fecha al recordarlo hace que mi corazón se me estruje y sienta como en mi garganta se hace un nudo que me lastima y no me deja siquiera tragar saliva.

Es un grito tan desgarrador y triste que en ese momento y sin siquiera quererlo o darme cuenta, de mis ojos asomaban lágrimas, el estómago me da un vuelco y cae a mis pies, siento un dolor que forma un hueco en el pecho.

Como si tuviesen mente propia, mis pies empiezan a moverse hacia el lugar de donde venían aquellos sollozos y gritos. En un momento ya corría a toda velocidad por el bosque, saltando y esquivando troncos, ramas, rocas y todo lo que se interpusiera en mi camino. A cada paso que daba era aun mas complejo el seguir adelante, el camino empezó a hacerse lodoso y me hacia más difícil moverme.

—Es mi culpa.....

Escucho la misma voz del principio.

—¿Hola?— llamo pero nadie responde—¿Necesitas ayuda?

—¡Es mi culpa!

Un grito más, pero ese fue un rugido, un rugido y un grito de pura agonía y culpa que venían acompañados de una marea monstruosa de colores naranjas y rojos, con garras que poco a poco se abren paso por el bosque y lo devoran haciéndolo parte de si mismo y me persigue para tragarme también.

Caigo de espaldas y me arrastro por el suelo sin quitarle los ojos de encima a esa bestia que avanza deprisa. Busco desesperado una salida, un refugio, pero no hay a donde moverme, ya está sobre mi, solo me queda cubrirme con mi propio cuerpo y eso hago. Cierro los ojos y por instinto cubro mi rostro con los brazos, el calor me envuelve y espero...espero y espero, pero para mi sorpresa yo sigo con vida. Al abrir los ojos, ya no había verde, la vida del bosque era devorada por el fuego y yo sentí que estaba a las puertas del mismo infierno.

Inmóvil y debatiendo en seguir buscando a quien seguramente era causante de este escenario, admiro con sumo terror como es que alguien pudiese ser tan poderoso como para causar algo así.

El diario de Cero.H Vol.3 (PAUSADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora