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sus jeans comenzaban a hacer doler su pobre y aprisionada polla, pero quien podría culparlo cuando sus lenguas se entrecruzaban en sus bocas, produciendo chasquidos insanamente sucios.

el alto se separó, un hilo de saliva aún conectando sus bocas como prueba irrefutable de lo que habían hecho. y quizá eso era un poco insalubre y asqueroso en varios sentidos, pero para jaemin era la

mierda más caliente de todas. no podemos culparlo, el pobre chico seguía medio abombado por la falta de aire y porque mark maldito lee le había robado su alma (y un poquito más) a través de un beso.

o eso creía.

―parece que la única forma de callarte es así, poniendo algo en tu boca ―interrumpió con una sonrisa mordiéndose los labios, ya un tanto rojos. mientras tanto, corrió su mano hasta la costura del jean de jaemin desabrochándolo con facilidad y bajándolo hasta sus talones junto con su ropa interior.

jaemin estaba un poco avergonzado, de todas formas no hubo tiempo de pensar en eso, ni en ningún comentario pasivo-agresivo para contraatacar. no había tiempo de nada si tenías al dios de los abogados chupándote el cuello.

sabía que al día siguiente debería usar cuellos altos al ir al trabajo, pero no le importaba.

la boca de mark trabajaba sobre su cuello, dejando marca tras otra, en un ritmo constante de: lamer, chupar, cambiar de lugar. una vez quedó contento con su obra continuó mordisqueando su clavícula, dejando pequeñas marquitas rojas que con el tiempo se volverían más intensas.

jaemin se contuvo, lo intentó. pero una vez que soltó el primer gemido no pudo aguantarlos más.

sostenía la cabellera enrulada contra él, presionándolo. no vaya a querer dejar de trabajar su boca sobre él, sería un pecado.

en unos segundos de lucidez, el mayor se dio cuenta de que estaba dócil ante el rizado. y no iba a dejarse ganar tan fácilmente.

una pequeña mano se desenredó de los rulos y se deslizó entre sus cuerpos, tomando ambas pollas en su mano. cómo podía, intentando que quepan, comenzó a moverse de arriba hacia abajo. acariciando la cabeza con su pulgar, para luego bajar derramando el presemen a modo de lubricante, haciendo el trabajo más fácil.

se sintió todo un ganador cuando h debió parar su labor para largar un gemido ronco.

―oh pequeño, contigo uno no puede descuidarse ni un segundo.

y se acercó para unir sus bocas una vez más, el aire haciéndose innecesario cuando se estaban aspirando el uno al otro.

jaemin comenzó a mover su mano con más rapidez, los besos cortados por pausas a causa de los gemidos que escapaban las bocas de ambos.

hasta que el pequeño decidió que ya era suficiente, que si seguía con eso mientras escuchaba los jadeos del otro iba a correrse.

entonces paró.

―¿qué te ocurre? ―preguntó aturdido el menor, confundido por el repentino cambio.

―solo siéntese, doctor lee ―lo empujó acomodándolo sobre el asiento. ―de lo demás me encargaré yo, demasiado ya hizo con mi hermana ―contestó jaemin picante mientras la mirada verde se ceñía sobre él.

se acercó y lo besó bruscamente, dientes chocando de vez en cuando.

al separarse, comenzó a bajar por su cuerpo repartiendo besos sobre sus pectorales, su polla bien erecta reaccionando ante todos los estímulos, no podía estar menos excitado por la idea de tener todo de mark en su boca y tenerlo dócil ante él.

cockinessDonde viven las historias. Descúbrelo ahora