Capítulo 1

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Nunca quise que se hiciera realidad.

Los muertos vivientes salieron de las películas, pero no podíamos devolverlos.
La ciudad era un caos.

Gente muerta por las calles, familiares gritando y rogando por ayuda, padres desmoronarse al ver a sus hijos siendo devorados, amigos que abandonan a otros solo por unos minutos más de vida; como en una pesadilla interminable.

Tenía solo cuatro años cuando eso pasó, pero lo recuerdo como si fuera ayer.

Recuerdo perfectamente los gritos que había, la sangre por el suelo, los cadáveres levantarse después de minutos, policías y militares disparar y no hacer ningún efecto.
Se había grabado a fuego en mi mente y no parecía que fuese a borrarse nunca.

Mi familia consiguió salir de la ciudad. Fuimos a nuestra casa de campo, suerte de que estaba relativamente cerca para la situación.

Mis padres hicieron barricadas, mis hermanos sacaron todas las cosas que pudieran servirnos y yo, solo estaba quieta en el sofá. No hablaba, no me movía, pero intentaba procesar las cosas. ¿Por qué la gente que se hacía daño entre ellos? ¿Por qué rechazan abrazos? ¿Por qué gritan tanto?

Con tan poca edad, no podía entender lo que ocurría, imaginaba que había un problema si, pero no tan grave como era en realidad.

Estuvimos encerrados durante un par de días, hasta que nos atrevimos a salir. Las provisiones se nos acababan, teníamos que ir por más.

Nunca imaginé que una simple ración de comida pudiera costarle la vida a mi madre. Que proteger a mis hermanos y a mi le costara la vida a papá. Que mi hermana nos sacara del supermercado haría que le mordieran.
Que mi hermano insistir en que no pasaría nada le costaría el aliento.

Me quedé sola con cuatro años, sin entender por qué no había nadie que me contara un cuento por la noche.
Tuve que aprender a buscar calor, a hacer una hoguera, a sobrevivir.

Ahora con veinte años, esos días parecen muy lejanos, pero los siento cerca. Más de lo que me gustaría.

Conseguí encontrar un campamento de supervivientes hace un par de años. Me acoplé bien, la gente es agradable y hay buenas defensas.

A día de hoy, en el presente, estaba yendo a mi primera expedición solo con dos personas más. Estas eran las menos arriesgadas, pero también las más difíciles.
Era difícil, porque si nos quedabamos rodeados por una horda, habían pocas probabilidades de sobrevivir.

Boscha: ¿No os parece raro este sitio? Nadie del campamento a estado aquí, ni siquiera antes del apocalípsis. —Mi mejor amiga desde que llegué al refugio, puede ser algo molesta, pero se le quiere—

Willow: Si, y tampoco hay registros. Parece una zona fantasma.

Amity: Venga chicas, solo es un sitio nuevo. —Comenté— No le deis más vueltas.

Asintieron no muy convencidas, pero no dijeron nada más.
Buscamos entre las tiendas, cualquiera que tuviera comida o ropa nos servía.

Boscha: Hey, me a parecido ver algo en esa tienda. —Vi como sacaba su hacha— Estad alerta.

Willow: Es la única de comida que hay en esta calle. Hay que entrar.

Boscha: Acabo de decir que he visto algo moverse. No me parece muy seguro.

Amity: Nos arriesgamos o damos un rodeo de dos horas para llegar al lugar de siempre, que casi no queda nada. —Reproché— No se tú, pero la opción está clara.

Boscha: Vale, vale. —Masculló— Solo mirad a todos lados.

Entramos teniendo nuestras armas en alto. Miramos alrededor, todo estaba oscuro; casi no se veía nada aún que fuera de día.
Esta tienda me estaba dando muy mal rollo. Las sombras hacían figuras extrañas, el olor, insoportable.

Hasta el fin del mundo -LUMITY-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora