Capitulo 11

372 22 0
                                    

Si me pagaran por cada vez que Landon sale para encontrar a una chica a quien follar, sería millonaria. Este hombre debe gastar más en condones que lo que yo gasto en ropa

En cuanto al caso, hemos avanzado pero no exponencialmente, sabemos que High trafica personas, pero no sabemos a quien, de cuánto gente hablamos, y quienes son los jefes por que ya nos quedó claro que los Torricelli solo son encargados de Australia, esto va mucho más allá de ellos

Mi teléfono suena y es mi padre, he estado evitando sus llamadas desde que me enteré que puede haber matado y torturado a mucha gente, no le quiero preguntar por teléfono pero tampoco puedo hacer como si nada, sin embargo también se que probablemente no lo vea en mucho tiempo por nuestros trabajos

Mi cabeza aún no asume que iré a la universidad solo cuando no hayan misiones, y ni siquiera sacare una carrera, ni siquiera se me ha dejado comunicarme con mis amigos cuando quiera, solo cada cierto tiempo para mantener mi coartada

—Traje pizza—Landon abre la puerta de la casa y lanza la caja sobre la encimera, parece enojado como siempre

—¿Por que siempre llegas enojado? ¿No se supone que tus putas te deberían alegrar?—me quejo abriendo la caja, estoy hambrienta

—¿Como sabes que salgo a follar?

—Es obvio

Se sienta en un taburete y saca un cigarrillo de su bolsillo, el cual prende y lleva a su boca sin dejar de observarme

—Estoy comiendo, ¿te importa?—me quejo del humo

—No, no me importa—exhala el humo, y si, está bien, que guapo se ve, pero ¡mi pizza!

—Te puedo asegurar que cada vez que llegas de coger, llegas aún más pesado que de costumbre, por mas imposible que suene

No me responde, solo me sigue mirando, esos ojos verdes me penetran el alma, y no se por que me mira así, solo se que mis piernas se debilitan

—Deja de mirarme—me quejo, sin poder dejar de verlo.—¿Que ocurre contigo en esas salidas que vuelves aún más raro?

El maldito gilipollas sigue callado, me pone nerviosa, ojalá hubiera alguna noticia nueva del caso, así podría darle algo en lo que pensar y me dejara a mi tranquila

—¡¿Que te ocurre Robinson?!—me exaspero, ya ni siquiera puedo disfrutar mi comida.—Deja de mirarme como sicopata

—¿Realmente quieres saber que ocurre?—apaga el cigarrillo a pesar de haberlo prendido hace tan solo un par de minutos.—¿Quieres saber por que llego de mal humor?

—Por algo te estoy preguntando—comienzo a estresarme pero todo eso se ve opacado cuando se empieza a acercar a mi, haciéndome retroceder hasta ya más no poder y quedar contra la pared

Esto es todo, ahora si me va a matar

Lleva su mano a un mechón que me cubre la cara y lo posiciona detrás de mi oreja, mi cuerpo entero se tensa ante su cercanía, y se deleita con ese olor tan particular que el desprende

—No te soporto Isabella, no te soporto en lo más mínimo—dice calmado.—Pero...

—¿Pero que?—logró murmurar después de unos segundos

—Desde que me hiciste la mamada, desde que mis dedos te follaron, desde que probé tu boquita, ninguna puta logra ponerme

La tranquilidad con la que lo dice me sobrepasa, mientras yo estoy que me derrito y siento como mojo mis bragas

—Y la única manera que eso deje de ser así, es que me dejes terminar de disfrutarte, para poder dejarte ir

—¿Me estás diciendo que te deje follarme para que puedas volver a acostarte con quien quieras?—me ofendo y trato de alejarme pero el no me deja.—¡Te he dicho que no soy tu puta! ¡Estás demente!

Entre espías Donde viven las historias. Descúbrelo ahora