Prólogo

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Eran las ocho de la noche, el surcoreano iba caminando mientras tarareaba una canción de Blackpink; pero al acabar la canción sonó otra que no era de ninguna banda que él conociera, por lo que sacó su teléfono del bolsillo y revisó la lista de reproducción que tenía como nombre sweet, fijando toda su atención al celular e ignorando el camino por el que cruzaba, se chocó con otra persona, a quien inmediatamente ayudó a levantarse sin imaginarse que al que estaba ayudando era su hermano.

—¿Corea del Norte? —Miró de pies a cabeza al muchacho, como si nunca lo hubiera visto antes, y se inclinó inmediatamente para luego mirarlo.

—¡Fíjate, idiota! —Se levantó, se sacudió y siguió de largo, sin agradecerle al contario.

Corea del Sur no se quedó atrás y lo siguió, tratando de hablar con el chico de la estrella, quien agachó su cabeza, y dándose la vuelta enojado, le gritó:

—Demonios, ¿puedes dejar de seguirme? Estoy aquí por unos negocios, deja de molestar. —Volteó y nuevamente continuó con su camino sin decir nada más.

El coreano lo observó hasta perderlo de vista, mientras que la música sonaba de fondo, haciendo el momento como si fuera un programa de televisión, esos de romance que solía mirar con su amigo Japón, aunque justo en ese momento paso el transporte que había pedido, el cual paró para poder llevarlo a su casa. Al subir se sentó en el asiento vacío que estaba al fondo, cerca de la ventana como a él le gustaba. Miró por ésta misma, visualizado a lo lejos al norcoreano que estaba en un callejón viendo la pantalla de su celular, sin embargo, el surcoreano lo ignoró y revisó su celular.

Tenía un nuevo mensaje de una de sus bandas que decía que ese día en la noche harían las prácticas para la nueva canción, eso alegro al chico, quien le respondió un «ahí estaré». Terminó de escribir y siguió mirando la ventana con una sonrisa.

<...>

El norcoreano estaba sentado al lado de China, escuchando a la ONU, quien hablaba sobre unos problemas que resolverían, mas en ese instante le cayó una notificación en el celular, por lo que con discreción sacó el móvil y miró lo que decía. Al parecer lo habían etiquetado en un video donde salía Corea del Sur bailando con un grupo de chicos que, aunque no reconociera la banda, entendió que era surcoreana.

—Vaya, sí que es interesante lo que miras a escondidas —dijo con una sonrisa el chino.

—Jódete. —Quitó el teléfono muy rápido, causando que el opuesto soltará unas risitas.

—¿Qué sucede allí? —preguntó curioso la organización.

—Nada, prosigue. —Hizo un gesto con la mano indicando que continuará.

<...>

Luego de la reunión, Corea del Norte fue donde la URSS, quien estaba hablando felizmente con China en la parte destinada a los países euroasiáticos.

—Hola Corea. —El soviético saludó con la mano.

—Ya le conté lo que estabas viendo. —Se limitó a decir el asiático con una sonrisa maliciosa en su rostro que no hizo más que disgustar al coreano.

—Vete a la mierda, China.

Los dos hombres de piel roja sonrieron aún más, causando incertidumbre en el chico de menor estatura, aunque justo cuando iba a preguntar, el surcoreano lo volteó y dando brincos en el mismo lugar, le dijo:

—No pensé que te gustará el baile que hice anoche con EXO.

—¿Qué baile?

—Este, al que le diste un like. —Le mostró la publicación, y efectivamente, le había dado un me gusta al baile.

—Yo nunca le daría un like a esa cosa, ni siquiera sabía el nombre de la banda.

—Claro, como tú digas, adiós. —Hizo un corazón con su pulgar y su dedo índice cruzándolos mientras se iba.

—¿Alguien me explica que mierda era ese símbolo que hizo con su mano? —inquirió mientras señalaba al otro chico.

—Según entiendo es un corazón —respondió Alemania sin dejar de leer sus anotaciones.

—¿Un corazón? ¿Por qué me dedicó un corazón? —Volteó a verlo confundido.

—Quizá le gustas.

El muchacho de la estrella hizo un gesto de asco y se fue rápidamente de la sala de reuniones, dejando con la palabra en la boca a URSS y a China.

&quot;Entrando en tu corazón&quot;Donde viven las historias. Descúbrelo ahora