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Luego de la celebración,ahora los esposos se encontraban cruzando la puerta de su nueva mansión,una que Minho decidió comprar como regalo de bodas para el amor de su vida.

Sentía que la otra solo le traería malos recuerdos de todas las imbeciladas que hizo.

Cuando Jisung pretendía dar el primer paso con entusiasmo hacia las escaleras, sorpresivamente su esposo lo cargó en modo de princesa.

- ¿Qué haces?

- Lo que debí hacer desde un principio amor, atenderte como mi esposo.

De ese modo lo llevó hasta su habitación,la cual mandó a hacer algunas decoraciones románticas para su primera noche.

Cómo esposos,como maridos que eran.

Lo soltó justo en medio de la cama matrimonial,sin poder aguatarse las ganas de querer besarlo y así lo hizo mientras acariciaba su delicado rostro.

- Minho, espera - Protestó con la voz entrecortada, sintiéndose sin poder evitarlo, completamente excitado.

- ¿Qué pasa,cielo? - Preguntó conectando mirada.

- Perdiste.

- ¿Qué?

- La apuesta,la perdiste.

Entonces Minho cayó en cuenta a lo que se refería.

- Oh...- Musitó,un tanto desilusionado - Pero,¿No podemos hacer una excepción por esta noche al menos? Es la noche de nuestra boda, bebé,te prometo saldar mi deuda,pero ahora no me pidas que me detenga cuando te deseo demasiado - Susurró dándole un piquito,casi de súplica - Please,My love.

Y Jisung aceptó. Tenía razón,era la noche de su boda y Minho tenía que compensarla la primera.

Tal vez si hacía una excepción en cuanto a la Luna de Miel también,no sería tan malo.

- Bueno,creo que puedo aceptar esta pequeña treta,mi vida - Respondió el pelinegro sonriendo dulcemente,enredando sus brazos en el cuello del pelidorado.

Y Minho se sintió completo, permitiéndose besarlo una vez más,adentrándose entre sus piernas.

No había desespero en sus movimientos,pues quería tratar a Jisung como si fuese la joya más preciada del mundo,aunque para él realmente lo era.

Se tomó su tiempo para besar y lamer cada centímetro de la suave y delicada piel de su cuello,ahora despojándolo de su abrigo,chaleco y camisa.

Su torso era perfecto,no era marcado pero sí estaba plano,sus botones oscuros y esa V que hacían camino hacia su pelvis.

Jisung estaba sonrojado,pues era la primera vez que Minho lo detallaba tanto y tan cerca,pero en cambio el mencionado se sentía en la gloria con aquella vista tan magnífica.

- Eres precioso...- Objetó en un susurro y se mordió los labios.

Desabrochó sus pantalones y,con un movimiento acompasado,se los quitó aventándolo a cualquier punto de la habitación, dejándolo en bóxers y notando una pequeña pero notoria erección.

Minho lo besó de nuevo,esta vez posando su mano traviesa en aquella erección por encima de la tela,estimulándolo lo suficiente como para que empiece a gotear.

Jisung ladeó la cabeza cerrando sus verdes ojos, mordisqueó su labio y por inercia se aferró a la espalda aún cubierta de su esposo con aquella elegante vestimenta.

- M-Minho...

- Dime,cariño.

- No es justo que solo yo esté desnudo.

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