Capitulo 3

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Dos meses.

Habían pasado dos meses desde que sabía de la existencia de Akaza en aquel garaje.

Habían llegado a tener más encuentros algo subidos de tono como esa noche, lamentablemente cuando llegaban a cierto punto Rengoku se detenía y se iba.
Esto mismo hizo que el pelirosa llegara a molestarse con el rubio, llegó a no hablarle o ignorar la presencia de este cuando iba a visitarlo. No duró mucho así.

Rengoku logro hacer que lo perdonará, no fue fácil pues el demonio era demaciado orgulloso, poco a poco volvió a lograr que hablara con él y ahí se encontraban, el pilar observaba al pelirosa retorcerse en el piso por la sustancia que recorría su cuerpo provocando que su celo no acabará.

Porque si, Rengoku seguía introduciendo aquello en su cuerpo, no se podía confiar demaciado aunque ya estuviera entablando una relación algo extraña con el demonio, además si lo dejaba agarrar fuerzas nuevamente podría ir a la finca de oyakata-sama y asesinarlo despiadadamente. Aún no entendía por qué rayos el patrón quiso que aquel demonio se quedará cerca de su vivienda, pero no iba a cuestionarle nada, sus razones tendría.

Mientras el pilar estaba sumergido en sus pensamientos, el omega logro arrastrarse hasta quedar cerca de sus piernas, su lobo le pedía que sintiera un poco del tacto de su alfa por lo que empezó a restregar su rostro en el muslo del menor.

Rengoku lo observó y solo pudo sonreírle, dejando una pequeña acaricia sobre su cabeza dejando que de los labios del demonio saliera un leve sonido de satisfacción, se sentía tan cálido en su pálida y fría piel.

- Me tengo que ir Akaza, nos vemos mañana. -aviso el de cabellos flameantes para levantarse con cuidado, arrecostado al demonio con delicadeza sobre el piso.

- Tkss... Cómo quieras ni me importa. -desvió la mirada con desinterés.

- ¡Jaja! ¡Se que me vas a extrañar! -habló animadamente el alfa.

- ¡Cállate! -respondió de forma arisca el pelirosa.

Después de aquella escena Rengoku dejo el lugar, iría a su casa a entrenar a su hermano. La noche anterior había tenía una misión que por suerte fue muy sencilla, por ende aquella noche le habían asignado otra en la misma zona que tiene que proteger, por lo que antes de partir decidió entrenar a su hermano menor un rato.

Fue lo normal de siempre, calentamiento y uno que otras cosas que le puso a hacer, si su querido hermano quería llegar a ser un pilar como él tenía un camino duro por recorrer, no la tenía fácil. Aunque si quieres algo en esta vida tienes que luchar por conseguirla, mientras su hermano quiera aquello lo iba a apoyar en todo, jamás lo dejaría solo.

Aquel día fue tranquilo, cuando se hicieron las 4 de la tarde decidió que era momento de partir, se despidió de Senjuro para tomar rumbo a su misión.

En menos de una hora logro llegar al lugar indicado por su cuervo kasugai, casi iban a ser las seis de la tarde.

Decidió preguntar a algunos aldeanos sobre cosas extrañabas que hayan visto en el lugar los cuales le respondieron de forma afirmativa, desapariciones de jóvenes omegas tantos chicos como chicas que no pasaban de los 15 años, era muy preocupante.

El pilar agradeció la información y se fue de aquel lugar para seguir investigando por su cuenta totalmente concentrado.

Por otro lado, en la finca de Kagaya Ubuyashiki, en un lugar algo alejado de este se encontraba el demonio pelirosa recortiendose en el suelo, dejando escapar jadeos buscando alivio en su cuerpo.

Solo podía pensar en Rengoku, en aquel alfa tan fuerte y varonil que aunque no lo admitiera abiertamente, hacia que su cuerpo se estremeciera.

Quería que lo tomara, que lo hiciera suyo y lo destrozara, estaba desesperado. Solo que no quería caer tan bajo, no quería parecer débil.

Fate [Renkaza]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora