POEMAS DE UN CABALLERO NEGRO

PUNTO FINAL

La hermosa dama sabe que le he dado siempre una demostración de mi amor y de lo que siento por ella, lo he hecho con la expresión corporal y aun así sigue ella siendo tan distante e igual; no cambia será que ella está ¿asustada o reservada?

Ahora en adelante, seré un amigo más y no importa las veces que hemos reído o llorado o caminando por las riberas del estero salado y las sendas de aquel barrio añorado, perdonándonos y jugando cada rato como dos tórtolos enamorados.

Hoy tengo que aceptar que sus ojos nunca más me van a mirar en aquel lugar tan bello, agradable y espectacular donde solíamos caminar para distinguir el matiz del cielo, la luna y las olas del mar.

Y ya de ella, no me podré más enamorar, ni realizar los sueños y el hermoso hogar que queríamos con tanto ahínco planificar ahora no sé quién podrá mis ojos enjuagar

Ni el encanto de sus hermosos luceros, que apreciaba a cada instante, no imaginé minutos después que más abajo de ellos encontraría los más preciosos labios que al sonreír me hacían enloquecer, mi cuerpo la anhelaba como la única mujer y mi espíritu deseaba celosamente todo su hermoso ser.

Ahora sus ojos nunca más me van a mirar, por WhatsApp y en aquel increíble lugar, ni en los bordes de su humilde y bello hogar que es tan maravilloso y tan espectacular.

Donde solíamos por muchas horas y días con tanta delicia conversar, el cielo, las nubes podíamos por tanto disfrutar y todas las estrellas por las noches con alegría nos poníamos a enumerar.

La belleza de la luna íbamos a distinguir, pero ahora debo obligadamente dejarla ir, de ella no me puedo más y más enamorar pues mi corazón ya no lo quería más amar.

Ahora de mi alma, a tan hermosa dama debo dolorosamente de mi ser arrancar, era tan especial pero ahora debo ponerle fin a esta historia plagada de un cariño muy excepcional, de un amor muy emotivo.

De prodigiosa dicha y de muchísimas líricas sentimentales a esta agradable relación que se llenó de un matiz demasiado gris e insípido amor.

Ya no había brillo, todo era frío, el fuego se apagó y por tal motivo debo despedirme golpeándome el pecho con mucha tristeza y escribirle dolorosamente adiós mi hermosa dama punto final.