SEÑORITA ETÍOPE

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Señorita etíope, de tonalidad negra, como puede concentrar tanta hermosura, tanta nobleza y belleza en su rostro tan limitado.

Que nadie le ha obsequiado un espejo, usted es una perfecta cleptómana de miradas tan puras y tan cristalinas.

Usted es una elegante poeta pentecostal, un bello cielo magistral, artístico, único y tan excepcional dotada de una hermosura muy especial.

Cada instante no me deja de dibujar en sus expresiones mágicas para versar, me diseña en sus múltiples poesías para amar, con el matiz suave de sus frágiles besos para conquistar.

Observa a las estrellas con tanta ternura ¿verdad que brillan demasiado hermosas? pues déjeme decirle, que usted resplandece mucho más que cada una de ellas.

Señorita etíope, usted es mi estrella preferida, la brújula de mi destino, la luna que me atrae con su magnífica belleza.

Usted es tan hermosa y especial que abriga con tanta hermosura mi espíritu, por tal motivo es el regalo más precioso de esta vida.

No sé cuál será el sabor de sus labios, pero sé que me besarán maravillosamente. No sé cuál será el color de sus ojos, pero sé que siempre me perderé en ellos.

No sé cuál será el tamaño de sus manos, pero sé que me acariciarán con mucha ternura. No sé en qué momento llegará, pero será en el momento que más falta me haga.

Señorita etíope, ¿serán sus luceros de tono marrón? Para que invadan mi pobre corazón de dulzura, ¿o serán sus luceros de matiz azabache? Para que penetren mi ser de infinito cariño y de tanta pasión.

Todo el amor que tengo dentro, se queda con usted para hacerle compañía y dedicarle diariamente una poesía que la llene de alegría en su dulce estadía.

Señorita etíope, la conocí en la estación del tren, en el instante que el lienzo de mi vida estaba teñido de gris.

Usted estaba sumergida en chocolate, bronceada en elegancia, esmaltada con gracia y mucha belleza.

Pintó mi senda con el pincel de su alma, y mi lienzo con diferentes colores tan vivos.

Hoy le traje una rosa, pero no es tan hermosa como sus lindos luceros que observan la naturaleza, y las nubes pasar por el espléndido cielo.

Señorita etíope, usted nació entre mujeres, bellas, inteligentes y ejemplares; y yo soy su amigo y de sus bonitas amistades.

Le recuerdo que usted tiene un Dios para todas las eternidades.

Él nos brinda siempre promesas tan adorables.

Él escucha perpetuamente melodías de querubines y ángeles a millares.

Cantando melodías tan hermosas y muy espectaculares.

Usted es una dama muy bonita, es una rosa, dócil, hermosa magníficamente e increíblemente perfecta, otra como usted no hay en este planeta y aún anda segundo a segundo en mis frágiles poesías, navegando en mi corazón y tiernos pensamientos.

Cada crepúsculo me aproxima a su espléndida sonrisa.

Únicamente la ternura de su linda mirada resplandece mi penumbra y me hace feliz.

Su divina pero delicada tez me acaricia paulatinamente con pinceladas de ilusión, cariño y mucho amor.

Anhelo mirarla, sentir en mis manos la belleza de su esencia con sutil delicadeza.

Señorita etíope, anhelo tiernamente ilustrarme continuamente en el brillo de sus hermosísimos luceros muy lentamente.

POEMAS DE UN CABALLERO NEGRODonde viven las historias. Descúbrelo ahora