¿Qué clase de nombre es Steve?

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Mori nos esperaba detrás de su escritorio. Como de costumbre nos recibió con una media sonrisa.

- Habéis llegado justo a tiempo.
- ¿¡CÓMO!? CREÍA QUE ÍBAMOS DOS HORAS TARDE. - grité.
- Te mentí, por supuesto. - repuso Dazai como si nada - Ni siquiera yo dejaría dos horas esperando al jefe pero ha sido divertido ver tu cara de preocupación.

Tenía muchas ganas de estrangularlo pero como seguramente Dazai lo disfrutaría, me limité a apretar su cuello en mi imaginación.

- Me alegra ver que sigáis siendo buenos amigos. - dijo Mori.
- ¡NO SOMOS AMIGOS! - chillamos los dos. Por una vez estábamos de acuerdo en algo.

El jefe se limitó a sonreír. Creo que disfrutaba más de la cuenta de esta situación.

- Está bien, no sois amigos pero tendréis que trabajar juntos una vez más.
- Preferiría morir. - afirmó Dazai.
- Tú siempre preferirías morir. - contesté - Me llamas inútil cuando tú ni siquiera puedes hacer algo tan sencillo como morirte.
- ¡Aún estoy esperando el momento y la forma adecuados!

Seguramente habríamos seguido horas discutiendo pero Mori nos hizo callar.

- No os lo estaba preguntando. ¿De verdad queréis desobedecerme? - el brillo gélido de sus ojos me recordó que nuestro líder no era alguien a quien conviniera desafiar. Para ser un hombre que se pasaba la mitad de su vida babeando por una niña que le despreciaba, podía resultar aterrador.

Dazai y yo dejamos de pelear y escuchamos atentamente.

- Tenemos sospechas de que uno de nuestros colaboradores extranjeros, al que llamaremos Steve, no es del todo leal a nuestra organización.
- Un momento, - interrumpió Dazai - ¿se llama Steve a secas?
- Steve es el apellido.
- ¿Qué clase de apellido es Steve?
- ¡Eso ahora no es relevante! Si tienes quejas sobre su apellido, habla con sus padres.
- Es imposible que de verdad se apellide Steve.
- Dazai-kun... ¿Por qué no te callas un poco mientras piensas en una forma nueva de suicidio? - le sugirió el jefe en un tono que le helaría la sangre a cualquiera, Dazai incluido. - ¿Ya no hablarás más? Bien. El caso es que Steve - Dazai carraspeó levemente - es uno de los extranjeros más ricos de Yokohama y su colaboración nos es crucial. Preferiríamos estar completamente seguros de su traición antes de tomar medidas.

Era totalmente comprensible. Un asalto del grupo armado de la Mafia no era lo mejor para fomentar unas relaciones amistosas.

- Así que vuestro trabajo consistirá en infiltraros en la fiesta que celebrará esta tarde, coger el cuaderno donde escribe todo lo relacionado con sus negocios sin que se dé cuenta, aseguraros de que nos sigue siendo fiel y devolverlo a su lugar si es así para no poner en peligro nuestra relación. ¿Está claro?
- Antes de nada, - habló Dazai - ¿tiene nuestro amigo Steve alguna habilidad de la que deberíamos ser conscientes? ¿Y hemos sido invitados o tenemos que colarnos?

La verdad es que eran dos buenas preguntas. La cara de Mori adquirió una expresión divertida.

- Steve sí tiene una habilidad, aunque no tiene ninguna relación con la misión y tampoco disponemos de información sobre ella. Y respecto a la invitación no os preocupéis. Seréis las señoritas Nakamura Rio y Takagi Yasu, hijas de unos socios suyos a las que nunca ha visto y que no van a asistir a la celebración.
- ¡Ni de broma! - exclamé. Ponerme un vestido no me molestaba pero Dazai se reiría de mí hasta el día del Juicio aunque él también llevase uno.
- ¿Qué pasa, Chuuya? ¿No quieres quitarte ese ridículo sombrero ni para una buena causa?
- ¿Te quitarías tú tus vendas?
- Por supuesto que no. Son una parte de mi cuerpo de la que no me puedo deshacer, igual que no te puedes quitar un brazo.
- Pues mi sombrero es lo mismo.
- No lo compares. Eso solo sirve para sumar tres centímetros más a tu medio metro, enano.
- ¡NO ME LLAMES ENANO! ¡AÚN ESTOY EN EDAD DE CRECER!
- Parece que estáis muy ilusionados por el encargo, así que no os entretendré más. Podéis ir a prepararos.

Y con esas palabras Mori nos hizo salir de su despacho.

Después de la tormenta [Bungō Stray Dogs]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora