Los tacones te hacen más alto

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Solo se me ocurría una persona que pudiese ayudarme en ese momento, así que fui a buscarla.

- ¡Ane-san!
- Chuuya-kun, te estaba esperando. Y te he dicho que no me llames así, no soy tan mayor. - La ejecutiva de la Port Mafia Ozaki Kōyō me sonrió. - Mori-dono me contó lo de vuestra misión. Ya tengo el vestido perfecto para tí.

Ane-san me llevó a una sala del edificio que nunca había visitado. Supongo que aquí era de dónde se sacaba el vestuario y material para las situaciones en las que era necesario infiltrarse. Había tal cantidad de ropa que no me extrañaría que Mori hubiera sacado el abrigo de Dazai de debajo de alguno de los grandes montones de prendas. La idea de que hubiese pensado tan poco en mi compañero me hizo sonreír.

Kōyō me metió en uno de los muchos probadores y me pasó un portatrajes. Al abrirlo descubrí un bonito vestido de fiesta sin mangas, de color rojo y corto, sin mucho escote. La tela era suave y vaporosa y llevaba relleno en la zona en la que debería ir el pecho.

Antes de que pudiera ponérmelo, Ane-san me dio unas medias y unos zapatos de tacón que conjuntaban con el vestido. Cuando me los puse me sentí muy bien. Igual debería llevar zapatos con plataforma, al menos hasta que creciera y llegase al metro setenta.

Salí del probador y Kōyō se tapó la boca con la manga del kimono. Parecía que intentaba ocultar la risa.

- Te queda tan bien como pensaba. - dijo - ¿Te has fijado en que todo el conjunto está diseñado para hacerte parecer un poco más alto? Pensé que lo agradecerías.

Hice un gran esfuerzo para no ruborizarme y mascullé algo sobre que debería arreglarme el pelo.

- Tienes toda la razón. No te preocupes, ya he llamado a alguien para que nos ayude.

El profesional al que había llamado Ane-san resultó ser un hombre de rostro anodino que hizo su trabajo rápidamente y luego se marchó sin decir ni una palabra. Él me colocó una peluca del mismo color que mi pelo que estaba peinada de una manera que recordaba al estilo de Kōyō. Me pregunté si ella usaba algo así o se hacía ese complicado recogido todos los días. El estilista también me maquilló de una forma que resultaba muy natural, con brillo de labios rojos y un poco de delineador.

Parecía una versión en miniatura de Ane-san pero aunque el resultado fuera espectacular, fruncí el ceño.

- ¿Seguro que no puedo llevar mi sombrero? - pregunté.
- Lo siento pero no. No hace juego con el resto de ropa y daría demasiada información sobre tu identidad.
- Probablemente Dazai llevará sus vendas. - protesté, pero Kōyō se rió.
- Estoy convencida de que se las habrá quitado para la ocasión. - replicó ella.

Yo estaba seguro de que sería más fácil que por fin consiguiera suicidarse a que se alejase de sus preciosas vendas, pero no dije nada. A lo mejor ella tenía razón.

- Bueno, ya estás listo. - anunció Kōyō después de echarme un último vistazo. - Llegó el momento de que la señorita Takagi se reúna con su amiga.

Lo último que quería era que Dazai me viese así pero me consoló la idea de que él se habría caracterizado. Además, no tenía más remedio.

Después de la tormenta [Bungō Stray Dogs]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora