¿Steve no se llama Steve?

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En el centro del despacho había una mesa y en el centro de la mesa, una libreta. Estaba encuadernada en cuero, aunque se notaba desgastada como si la hubiesen manoseado mucho. En una esquina estaban grabadas unas iniciales que parecían haber sido añadidas hace poco tiempo: RLS.

Abrí la libreta por la primera página y vi una dedicatoria escrita con una letra malísima en inglés. Me costó descifrarla pero decía: para mi querido Steve. Firmado: EH.

Todas las páginas del cuaderno estaban rellenas con la misma letra de la dedicatoria, aunque no pude leer gran cosa ya que Dazai me la arrebató para leerla.

- Esto es muy curioso. - dijo después de un rato leyendo.
- Sí, llama mucho la atención que el tal EH no haya recibido ninguna clase de caligrafía, pero no es lo que estamos buscando, así que déjala y ayúdame a buscar el cuaderno correcto - le regañé.
- Chuuya, ya sé que estás muy lejos de llegar a mi nivel pero hasta tú deberías haberte dado cuenta de que es exactamente lo que buscábamos.
- Venga ya, las vendas deben apretarte el cerebro. Este cuaderno no lo ha rellenado Steve, sino EH. Nosotros queríamos una libreta en la que Steve hubiera escrito información sobre sus negocios pero esto no nos sirve de nada.

Dazai puso el ojo en blanco e iba a decirme algo cuando escuchamos el sonido de unos pasos que se acercaban al despacho. Parece que Steve había decidido aparecer.

Nos apresuramos a dejar el cuaderno como estaba y fingimos estar esperando pacientemente. Unos instantes después, la puerta se abrió.

Steve era un hombre de unos 30 años que tenía un bigote bastante llamativo y llevaba el pelo castaño dividido por la raya en dos mitades y aplastado por una sobredosis de laca.

Nos miró a los dos un momento y se rió entre dientes.

- Vosotras no sois Rio y Yasu. - nos dijo tras estudiarnos un momento. - Solo las vi una vez hace cuatro años pero no eran tan guapas. Y si sois vosotras deberéis disculparme por dudar de vuestro glow up.

No sabía si molestarme porque nos hubiera descubierto un señor llamado Steve o sentirme halagado por el elogio.

- Cuatro años dan para mucho, señor Steve. - dije con mi mejor voz de señorita.

Nada más haber dicho eso Dazai me fulminó con la mirada. No entendía por qué hasta que presté atención a la cara de Steve.

- ¿Steve? Yo no me llamo Steve. Y sólo he oído a una persona llamarme así. Mi nombre es Stevenson. Robert Louis Stevenson.

Miré a Dazai desconcertado y me sorprendió ver que por una vez podía comprender a la perfección sus pensamientos. Su única neurona decía algo así como: ¡Lo sabía! ¡Sabía que nadie podía llamarse Steve!

- Lo siento, señor Stevenson, creía que Steve era su nombre. - me disculpé.
- No te preocupes, solo me ha recordado a una persona un poco peculiar. Ahora que está claro que no sois las hijas de mis socios, ¿qué estáis haciendo aquí?

¿Acaso hay una buena forma de decir que somos unos adolescentes mafiosos que se han vestido de mujer para colarse en su fiesta y encontrar pruebas de que el anfitrión es un traidor para volver con metralletas si es así? La respuesta es no. No no hay ninguna.

- Verá, señor Stevenson. - intervino Dazai. - Venimos de parte de la Port Mafia.

Para mi sorpresa Steve, digo Stevenson, se rió.

- Debí habérmelo imaginado. Si venís de la Port Mafia estáis hablando con la persona equivocada. Permítanme presentarles a Edward Hyde. Más conocido como Míster Hyde.

Y tras esas palabras Stevenson cambió.

Después de la tormenta [Bungō Stray Dogs]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora