Pov. Pete
Desde niño había crecido con la idea de que ser el jefe de todos era mi destino, mi padre era el dueño de uno de los bufets de abogados más famosos del país y desde que pude entender mi entorno comenzó a instruirme sobre como mandar a los demás y que ellos debían obedecer, ahora a mis 28 años, con una carrera y maestría terminada, estaba listo para tomar el imperio que siempre fue para mí.
Mi padre había preparado todo para mí, cada uno de sus empleados estaban al tanto de que, a partir de este mes, yo sería la nueva cabecilla, sabía que todos eran tan buenos en su labor como se exigía para la empresa.
Se suponía que todo debía ser perfecto este primer día pero con los llantos de mi madre y la exagerada sesión de fotos hecha esta mañana por mi familia, estaba llegando malditamente tarde, todas las personas en la empresa estaban moviéndose de un lado a otro, preparando sus casos, copias o citas pero en el momento que puse un pie en la entrada todos se detuvieron, como si el tiempo se congelara, sus ojos estaban sobre mí, podría ser que yo estuviera mal al llegar a esta hora pero mi arrogancia nata no se caería por algo tan tonto, todos a mi alrededor daban una reverencia, amaba eso, sabían quién mandaba y ese era yo.
Camine por todos los pasillos hasta mi oficina, donde Vegas, el asistente personal de mi padre y ahora el mío, me esperaba de pie junto a la puerta con una sonrisa incluso más arrogante que la mía -El príncipe llegando tarde, que sorpresa- bromeo abriendo la puerta para que entrara y me siguiera después, él era un chico 4 años menor que yo, pero por lo que todos decían era un prodigio, mi padre decía que era bueno tenerlo a nuestro lado pero por Dios, era un idiota, cuando lo había conocido todo había sido igual que con las personas a mi alrededor, me respetaba e idolatraba, pero una vez que cumplió 16, todo cambio, ahora me trataba como si el fuera superior a mí y como el jefe no iba a permitirlo -Te dije que no me llamaras de nuevo de esa forma- hable serio mientras me sentaba frente al gran escritorio en el centro de la oficina.
-Y si sigo haciéndolo ¿qué?- levanto una de sus cejas caminando hasta quedar a mi lado -No puedes despedirme aunque así lo quieras, tu padre te mataría, al final de cuentas, entre los dos, yo soy mejor- sentencio recargándose en el escritorio a mi lado -Por eso me encargo de cuidar a mi lindo príncipe familiar- sonrió tomando mi mentón; este maldito siempre decía lo mismo, me menospreciaba y atacaba, sin olvidar esos coqueteos estúpidos, no sabía en que momento había decidido que sería de su propiedad pero me negaba a dejar que me tratara de esa forma -Escúchame bien Vegas, con mucha atención- empuje su mano lejos de mí y me levante para quedar de frente a él -Yo no soy de tu propiedad, si alguno de los dos es del otro, está más que claro que eres tú quien me pertenece- pinche su pecho de forma molesta, sabiendo que eso lo sacaba de sus casillas que lo hacían parecer "don perfecto" -Después de todo, quien se muere por tener mi culo eres tú- sonreí victorioso al notar como se tragaba su respuesta y es que, claro estaba, que cuando lo descubrí tocándose con mis fotos que, debajo de su arrogancia lo tenía rendido a mis pies, suponía que por eso siempre terminaba cediendo a mí, justo como lo hacía en este momento.
-Supongo que no soy el único que tiene estas ganas- hablo de repente tomándome por la cadera y jalándome hasta pegarme a su cuerpo -Si así no fuera, ¿cuál es la razón de seguir repitiéndolo? Lo dices como si desearas esto tanto como yo- su voz era suave, una de sus manos paso de mi cadera a mi trasero apretándolo con fuera -¿No fuiste tú el que me beso en la fiesta de despedida de tu padre?- me recordó dejándome mudo, no iba a negar que me gustaba, Vegas era tan caliente como el sol en verano, por algo tenia a todos en el bufet babeando tras sus pies, pero tampoco iba a aceptar que deseaba tanto acostarme con él, por lo que negué rápidamente empujando su pecho con mis manos, sin poder alejarme mucho de su cuerpo -Estaba borracho, tampoco te des tantos créditos, solo eres un bebé a mi lado- intente recuperar el control en la conversación pero su sonrisa ladina solo me dejaba temblando, él no decía nada pero sus manos no se alejaban de mi cuerpo, incluso comenzó a rozar su entrepierna con la mía, acerco su rostro hasta mi oído riendo un poco -¿Qué tal si probamos quien termina dando las ordenes aquí? Al final de cuentas el jefe no debería perder su control de forma fácil- no sabía que debía contestar, sus labios besando mi cuello no me dejaban pensar en algo, desde aquel beso sabía que era muy bueno en lo que hacía y ahora me demostraba que bien lo hacía, sus labios bajaron a la entrada de mi camisa, logrando que me soltara del trasero para desabrochar mi ropa al ritmo de sus labios.
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¿QUIÉN DA LAS ORDENES AQUÍ?
Hayran KurguDonde a pesar de que Pete es el jefe de la empresa, tenemos a un Vegas totalmente autoritario a quien no le importa una mierda quien sea su superior y si tiene autoridad sobre él.