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Un día de esos de confinamiento había perdido a su abuelito, la sentía muy triste y no sabía qué hacer, no había como salir ni a verla como estaba, me conto todo lo que había pasado, y solo quería animarla pero no sabía cómo, ni poder estar ella podía, era muy frustrante no poder hacer nada, solo quería ir abrazarla y decirle que todo iba a estar bien, pero no podía, solo me quedaba esperar, esperar a que pase todo esto para poder ir a buscarla, aunque parecía que todo ese confinamiento nunca iba acabar, esta maldita enfermedad, que quizás no acabo con todo el mundo, pero a muchas personas si les dejo una herida grande en su corazón, un vacío en su alma, las termino destrozando sin haber muerto.

Desde ese entonces, cuando más tuve que estar para ella no pude hacerlo, ya dejo de responder cuando le escribía, y eso me desanimaba y mucho, sentí de nuevo esa sensación de cómo nos íbamos alejando, quizás exagere un poco, pero, era lo que mi corazón iba sintiendo, cada noche revisaba nuestras fotos que tenía guardadas en mi celular, y bueno, nunca deje de ora por ella, porque en verdad era muy especial para mí.

EN ESTA Y MIL MÁSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora