Una simple mortal como tú hace que el corazón de un demonio fuerte y temido se ablande y a pesar de que no deberían estar juntos el amor florece de una u otra manera.
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Universo de Kny
Kokushibo x Lectora
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✸ No se permiten co...
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— ¡Pedido a la mesa 3 y 7! — habló la cocinera dejando los platos de comida en el mostrador.
— ¡Si! — respondiste tomando con cuidado los platos mientras te dirigías a las mesas.
El murmullo de la gente junto con las bajas risas se escuchaba en el tranquilo restaurante en donde trabajabas, el motivo de sus reencuentros variaban siendo que algunos casos sean de una salida familiar, de amigos o simplemente tal vez de parejas jóvenes que buscaban salir a disfrutar la compañía del otro mientras comían.
Desde hace unos años trabajabas en un pequeño restaurante en tu pueblo, los dueños ya eran mayores y necesitaban personas jóvenes para que trabajaran con ellos, al escuchar eso tu te ofreciste en ayudarles a parte de que ocupabas dinero para poder mantenerte.
Era un poco cansado al ser la única mesera de ese lugar, pero lo bueno que era un restaurante pequeño, aunque cabe decir que siempre iban muchas personas al ser que el restaurante lleva muchos años en el pueblo, es muy conocido y rico en sus comidas.
— Gracias señorita — agradeció una amable señora cuando le dejaste su comida frente a ella, sonreiste y te dirigiste a la otra mesa dónde tenías que entregar tu último platillo.
Asi era todos los días cuándo ibas a trabajar, trabajabas desde la mañana hasta en la tarde, no te quejabas pues los dueños nunca te trataban mal, al contrario, ellos te veían como su nieta, teniendote mucho aprecio y confianza. Al vivir sola por eso mismo trabajabas, tu pequeña cabaña estaba un poco alejado del pueblo, pero eso no era problema para ti ya que siempre llegabas a tiempo.
Las horas pasaban y tu ibas de un lado a otro para recibir con una sonrisa a los nuevos clientes y llevar la comida a quienes la habían pedido. Las personas que llegaban se mostraban amables contigo y por eso mismo con más gusto los atendias.
Cuando todo se vió calmado y que nadie ocupara nada, fuiste al mostrador para suspirar y respirar un poco por lo cansada que te encontrabas.
— oye _______, ¿Harás algo después de salir de trabajar? — preguntó tu amiga, ella era la quien cocinaba en ese restaurante. Tú y ella eran las únicas que trabajaban en ese pequeño restaurante y por lo mismo de ser las únicas habían entablado una amistad.
— ¿Hm? Oh si, tenía pensado ir a ver a mi madre — respondiste mientras la veías. Ella estaba secándose las manos después de lavarselas para acercarse a ti.
— Entiendo, es solo que el trabajo me tiene muy cansada y quisiera salir un momento — dijo mientras suspiraba.
— Lo lamento Hana, pero ya tenía planeado ir a verla — le sonreiste un poco apenada.
Ella negó y te sonrió — No te preocupes, de igual forma el festival de invierno será en unos meses, supongo que podría esperar —
— Cierto, prometo acompañarte esos días — dijiste y ella asintió emocionada al escucharte. Esa pequeña platica fue interrumpida cuando una mesa te llamó para ir al instante.
