Una simple mortal como tú hace que el corazón de un demonio fuerte y temido se ablande y a pesar de que no deberían estar juntos el amor florece de una u otra manera.
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Universo de Kny
Kokushibo x Lectora
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✸ No se permiten co...
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Te preguntabas cuántos días habían pasado desde la última vez que fuiste a la tumba de tu amada madre.
Te entristecía no haber vuelto desde la última vez, pero los sucesos que habían pasado últimamente te resultaron difícil poder hacerlo, pero por suerte este día al terminar tu jornada de trabajo en el restaurante pudiste ir.
Al ser aún invierno una pequeña capa de nieve cubría la lápida donde el nombre de tu madre estaba grabado, pero con tus manos lograste retirarla poco a poco para que al terminar una pequeña sonrisa se instalara en tus labios.
Las hojas de los árboles estaban cubiertas por la misma ligera capa de nieve blanca que cayó ese día por la mañana, era poca ya que los cálidos rayos del sol que hubo por la tarde lograron derretirla un poco. Las flores que le habías traído a tu madre la última vez ya estaban marchitas por el clima frío de la reciente estación, las tomaste en cuidado y decidiste enterrarlas bajo la tierra con un poco de esperanza de que en primavera quizás pudieran florecer.
Tu alrededor estaba totalmente inundado de silencio que te hacía sentir tranquila por un momento, habían sido días activos en el restaurante ya que gente y más gente llegaba ahí durante todo el día.
Las personas que habían llegado de la cuidad aún no se iban ya que las fiestas del pueblo todavía no terminaban, habían pasado dos semanas desde el festival de inicio y era seguro que las fiestas tendrían fin dentro de unos dos o tres días por lo mucho.
El suceso que ocurrió con Keitaro aquella noche te mantiene tensa hasta el momento, el miedo persiste en ti todo el día cuando te encuentras en el restaurante, su presencia aún estaba en el pueblo y tenías en mente que en cualquier momento podría hacer su aparición ahí o alguno de sus familiares.
Sin embargo, por suerte no había ocurrido algo así desde aquella noche, rogabas que todo se mantuviera así hasta que ellos regresaran a la cuidad y no se crearan problemas.
Además, no querías que los rumores corrieran por el pueblo por culpa de Keitaro, ya que te inquietaba el lado de que él supo de la existencia de Kokushibo esa noche, y aunque lo tuvo visto como un samurái y no un demonio, podía hablar de eso por el pueblo sin duda, pero por suerte no había sucedido algo así por el momento.
Dejaste salir el aire que retenía tus pulmones y relajaste tus músculos para tranquilizarte, tu mirada se elevó hasta el cielo para darte cuenta que estaba anocheciendo cada vez más. Tal vez deberías volver a casa al estar cayendo más la noche con el pasar de los minutos, pero querías quedarte ahí un momento más con tu madre, rodeada del silencio tranquilo que abundaba a tu alrededor. Sabías que tu madre no podía llegar a escuchar lo que le decías cuando ibas a verla, sonaba algo irreal de solo pensarlo, pero tenías la esperanza de que así fuera, necesitabas desahogarte con alguien para mantenerte con calma.
